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domingo, 9 de diciembre de 2018
viernes, 7 de diciembre de 2018
jueves, 6 de diciembre de 2018
martes, 4 de diciembre de 2018
lunes, 3 de diciembre de 2018
sábado, 1 de diciembre de 2018
domingo, 11 de noviembre de 2018
EL LEÓN Y EL RATÓN
Como cada tarde, el león duerme la siesta. No soporta que nadie le moleste
mientras lo hace. Pero hoy, un ratón travieso se le pasea por encima de la
barriga. El león se despierta:
- Grrrr... ¿ Quién osa
despertarme?- ruge el león
- Oh, perdona, rey de la
selva, yo...- contesta el ratón
- ¿ Acaso no sabes
que cuando me despiertan tengo un hambre terrible?- amenaza el león. Soy capaz
de comerme lo primero que se me ponga por delante.
- No me comas, por favor.
No quería molestarte. Déjame ir. Quizá algún día pueda seré útil- dice el ratón
asustado.
- ¿ Tú?. No hay nadie más
fuerte que yo. ¿ Cómo va a ayudarme
alguien tan pequeño como tú?. Anda, vete y
no me molestes más.
- Pasados unos días, el
león sale de caza para pasar el rato. Ve una cebra y la persigue. Pero, de
repente, cae dentro de una trampa de la que no puede salir.
- ¡ Qué tonto he
sido! ¿ He caído en la trampa de un cazador!
- ¿El cazador cazado? –
dice una voz aguda desde fuera.
- ¿ Quién es?- dice el
león
- Soy el ratón ¿ Quieres
que te ayude?
- ¿ Y cómo me puedes
ayudar a salir de aquí?
- Puedo roer las cuerdas y
liberarte- contesta el ratón
Y dicho y hecho. El ratón empieza a roer las cuerdas que atrapan al rey de
la selva hasta que consigue liberarlo.
- ¿ Ya está! ¿ Eres
libre!- dice el ratón
El rey de la selva sale de la red y da las gracias a su compañero.
- Ahora sé que no soy tan fuerte como pensaba. Me has salvado utilizando
tan sólo tus pequeños dientes. ¡ Gracias amigo!
lunes, 5 de noviembre de 2018
UN DESEO... de Victor Hugo
Te deseo primero
que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también
que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
Y porque la vida
es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro
Te deseo además
que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te
deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que
siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso
que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que
descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que
acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
Deseo también que
plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
Te deseo, además,
que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
Te deseo también
que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin
que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas
cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.
no tengo más nada que desearte.
VICTOR HUGO
domingo, 4 de noviembre de 2018
CAMBIANDO EL CHIP
SI TU DIOS ES JUDÍO,
TU COCHE ES JAPONÉS,
TU PIZZA ES ITALIANA,
TU GAS ES ARGELINO,
TU CAFÉ ES BRASILEÑO,
TUS VACACIONES SON CARIBEÑAS,
TUS CIFRAS SON ÁRABES,
TUS LETRAS SON LATINAS ...
¿CÓMO TE ATREVES A DECIR
QUE TU VECINO ES EXTRANJERO?
sábado, 3 de noviembre de 2018
CUENTO SOLIDARIO
Dime cuánto pesa un copo de nieve -, preguntó un colibrí a una paloma.
- Nada -, fue la respuesta.
- Si es así, he de contarte una historia -, dijo el colibrí.
"Me posé en la rama de un pino, cerca de su tronco. Empezaba a nevar,
no era nieve de una gran tempestad, era como un sueño sin ninguna herida ni
violencia. Como no tenía nada que hacer empecé a contar los copos mientras
caían sobre las ramas de mi tronco. El número exacto fue 1.141.952. Cuando cayó
el siguiente copo (sin peso, como tú dices) la rama se rompió."
Dicho esto, el colibrí levantó el vuelo.
La paloma, una autoridad en la materia desde los tiempos de Noé, se paró a
reflexionar y, pasados unos minutos, se dijo:
- Quizá sea sólo necesaria la colaboración de una persona más para que la
solidaridad se abra camino en el mundo.
Kurt Kaufer - Jatun Sunqu
viernes, 2 de noviembre de 2018
CARIDAD...UNA HISTORIA PARA PENSAR
Una señora toma un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo.
A continuación se sienta en una de las muchas mesas del local.
Pero apenas sentada se da cuenta de que ha olvidado el pan. Entonces se levanta, se dirige a recoger un trozo de pan para comerlo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa!
Delante del tazón de caldo se encuentra sin inmutarse un hombre de color, un negro, que está comiendo tranquilamente. ¡Esto es el colmo! - piensa la señora - ¡pero no me dejaré robar!
Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro y parte el pan en pedazos. Los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente.
El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa. Todo en silencio.
Terminada la sopa, el hombre se levanta, se acerca a la barra y vuelve después con un abundante plato de espaguetis y .... dos tenedores.
Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose.
Al final se va el negro: ¡Hasta la vista!, se despide, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. Se aleja.
La mujer le sigue con la mirada. Una vez vencido su estupor, busca con la mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero el bolso ha desaparecido.
Entonces .... aquel negro ..... Iba a gritar ¡al ladrón! cuando, ojeando a su alrededor, ve su bolso colgado de una silla dos mesas más atrás de donde estaba ella, y sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío.
A continuación se sienta en una de las muchas mesas del local.
Pero apenas sentada se da cuenta de que ha olvidado el pan. Entonces se levanta, se dirige a recoger un trozo de pan para comerlo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa!
Delante del tazón de caldo se encuentra sin inmutarse un hombre de color, un negro, que está comiendo tranquilamente. ¡Esto es el colmo! - piensa la señora - ¡pero no me dejaré robar!
Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro y parte el pan en pedazos. Los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente.
El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa. Todo en silencio.
Terminada la sopa, el hombre se levanta, se acerca a la barra y vuelve después con un abundante plato de espaguetis y .... dos tenedores.
Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose.
Al final se va el negro: ¡Hasta la vista!, se despide, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. Se aleja.
La mujer le sigue con la mirada. Una vez vencido su estupor, busca con la mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero el bolso ha desaparecido.
Entonces .... aquel negro ..... Iba a gritar ¡al ladrón! cuando, ojeando a su alrededor, ve su bolso colgado de una silla dos mesas más atrás de donde estaba ella, y sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío.
lunes, 4 de diciembre de 2017
este adviento, periscopio y mirar alrededor
file:///C:/Users/EQUIPO/Downloads/Cuadernillo%20Nadie%20sin%20hogar%202017.pdf
sábado, 10 de diciembre de 2016
68 aniversario
Despertemos todos. Oremos por los gobernantes más que nunca, para que Dios les de una verdadera vocación al servicio del bien comun, de la justicia y de la paz. Porque hoy es el dia en que celebramos el aniversario (68 años ya) de la declaración de los DDHH (derechos humanos)... Y si es siempre una necesidad, hoy más que nunca toca orar por millones de los llamados descartados, seres humanos ninguneados... también de aquí cerca, del barrio de la Coma (y de otros barrios, slums, favelas, etc)... y por tantos dolientes y víctimas de tantas guerras (no sólo, aunque también en Siria, Yemen, Afganistan)... y tanto hermano cristiano perseguido.
Que no se mire a otro lado. En pleno siglo XXI es una vergüenza colectiva y una indignación la que nos sube vena arriba...
jueves, 5 de mayo de 2016
jueves, 21 de agosto de 2014
miércoles, 30 de enero de 2013
fin de fiesta
Así empezábamos el año y el mes primero de enero, haciendo votos para triunfar sobre todos los problemas y desafíos de este año. Y ahí estamos... desde aquí, dedico el siguiente articulo a Jose Antonio y su grupo de IDR y a toda la peña parroquial que se esfuerza por dar contento al Buen Jesús.
EL SENTIDO CRISTIANO DE LA VIDA
Formar a Cristo en
nosotros y formarlo en la ciudad; que la ciudad sea una imagen, aunque
lejanamente parecida, del cielo de Dios. Tal es la meta y camino del cristiano
que camina, que transita con las virtudes sobrenaturales y naturales, a través
de los dones del Espíritu Santo, y con ese programa viril que son las
bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. Con el significado y el sentido de
cada una de las virtudes naturales y sobrenaturales vemos que están íntimamente
relacionadas con la verdad, o sea con el ser, con lo que es, porque de lo que
se trata es de ser fiel a lo que es y al ser por excelencia en el nivel
absoluto y trascendente, Dios.
¿Qué es, por ejemplo, la
suprema de las virtudes, la virtud de la caridad? Es amar la verdad con el amor
de Dios, es amar al otro en ese amor, que es amor de la verdad, porque no hay
amor fuera de la verdad. ¿Quién puede amar lo que no conoce? Del conocimiento
irradia el amor, y el conocimiento se hace más lúcido y pleno. La caridad es
amar a Dios en la verdad de Dios y amar al prójimo en la verdad de Dios, y no
como se dice ahora, que se separa del precepto evangélico la parte de amar a
Dios sobre todas las cosas y se deja exclusivamente el amor al prójimo,
desgajándolo de su raíz, que es el amor y la caridad de Dios. ¿Qué es la
esperanza sobrenatural? Es aquella virtud por la cual Dios urge en nosotros la
expectación de esa unión definitiva con Dios en la Eternidad. ¿Qué es la Fe
sobrenatural? Esa virtud por la cual conocemos la verdad de Dios en su
intimidad, la Encarnación del Verbo, la Santísima Trinidad y la Resurrección y
el sentido que representa para nosotros la Vida Eterna.
¿Qué es la virtud de la
Prudencia? Es todavía relación con la verdad, es obrar en la verdad, según el
ser, es obrar la realidad en todo. ¿Qué es la virtud de la Justicia? Vivir en
la virtud con el prójimo. ¿Qué es la Fortaleza? Defender la verdad hasta la
muerte. ¿Qué es la Templanza? El ordenamiento interior de las pasiones y de los
apetitos a fin de que en el hombre queden removidos los obstáculos interiores,
para la contemplación de la verdad. Y luego vienen los dones del Espíritu
Santo, que perfeccionan esas virtudes y permiten la acción en nosotros del
espíritu de Dios, de la fuerza de Dios en nosotros.
Una vez en este camino,
se nombran las bienaventuranzas, este programa de Dios a los hombres, por el
cual Cristo llama a seguir su camino. “Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque a ellos les pertenece (así, en presente) el Reino de Dios”. ¿Quiénes son
los pobres de espíritu? Son los que se han hecho pobres de su propio espíritu,
de su propio juicio, de su propia voluntad, son los desprendidos de todos los
bienes terrenales y de sí mismos. Desprendidos no quiere decir despreciadores,
se trata de no ser esclavos de ninguna cosa terrenal, de juzgar las cosas no
con nuestro juicio individual sino con el juicio de Dios. Pobre de espíritu es
ser humilde, que como decía Teresa, es el único que puede estar en la verdad,
el desprendido de sí mismo, el que sabe escuchar, el que tiene memoria fiel y
es dócil para acatar lo que son las cosas y llamarlas por su nombre propio.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”.
¿Quiénes son los mansos?
Son los que no corren desesperados detrás de las cosas, codiciosos, lujuriosos,
desaforados por tenerlas. Y no corren no porque no las sepan apreciar, sino
porque saben que las cosas no son objeto de la codicia sino de la generosidad y
disposición de los hombres. Entonces, a esos hombres, a esos mansos, les
pertenecerán justamente las cosas de la tierra. “Bienaventurados los que
lloran, porque serán consolados”. Son los varones y mujeres de dolor. ¿Quién
que ame en esta vida no es fuente de dolor, como lo fue Nuestro Señor
Jesucristo? ¿Qué amor se puede vivir realmente si ese amor no significa, por lo
mismo que se vive pendiente y en donación y en entrega total del ser amado?
¿Cómo no se va a sufrir de su sufrimiento, de su muerte, de todo lo que lo
pueda afectar? Hasta Cristo lloró en la muerte de Lázaro, a quien iba a
resucitar al momento. “Bienaventurados los que padecen hambre y sed de
justicia, porque ellos serán saciados”. Esta sí es un hambre que hay que tener,
hambre sin límites de justicia. Y esos serán saciados. Y bienaventurados los
misericordiosos, los que han tratado con misericordia, con caridad, con honor a
los demás: a ellos los espera la misericordia de Dios. Y bienaventurados los
puros de corazón, los limpios, los despreciados, los que han sosegado y
moderado sus pasiones, que son cosas buenas, siempre que estén ordenadas como
Dios quiere. Ellos verán a Dios, los limpios; para ellos, la contemplación, el
ocio contemplativo. Y bienaventurados los pacíficos, no los pacifistas, los
pacíficos, es decir, aquellos que son portadores de paz, porque la llevan en sí
mismos y la irradian como Cristo. Por eso serán llamados hijos de Dios. Y
finalmente, bienaventurados los que sufren persecución por causa de la
justicia, por causa de la verdad, por causa de Cristo.
A ellos les pertenece, en
presente, el Reino de Dios, ya están en el Reino. Éste es el programa para el
hombre, frente al programa de la felicidad de potrero verde. Éste es el
programa de los varones y las mujeres de Cristo, éste es el sentido cristiano
de la vida: es la transformación de la vida toda en el ser, en la verdad, de
todo eso en Dios en el grado eminente, en el grado absoluto y trascendente.
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martes, 8 de noviembre de 2011
En el mundo a cada rato
DE PARTE DEL GRUPO DE CARITAS
DEDICADO A LOS PEQUES DE LA PARRO,
A SUS PAPIS Y EDUCADORES... PARA QUE DESPERTEMOS
Y HAGAMOS QUE DESPIERTEN LOS QUE NOS GOBIERNAN...
El secreto mejor guardado
Binta, y la gran idea
DEDICADO A LOS PEQUES DE LA PARRO,
A SUS PAPIS Y EDUCADORES... PARA QUE DESPERTEMOS
Y HAGAMOS QUE DESPIERTEN LOS QUE NOS GOBIERNAN...
El secreto mejor guardado
Binta, y la gran idea
lunes, 7 de noviembre de 2011
de qué somos capaces?
Una canción para decir que el hombre es el animal más grande: Plus Rien Ne M'étonne- (ya nada me asombra)
... y de Andre Rieu, este Medley para decir que juntos podemos (no el demagogico "we can" de Obama sino el de la fuerza del UNO) y somos capaces de...
... y de Andre Rieu, este Medley para decir que juntos podemos (no el demagogico "we can" de Obama sino el de la fuerza del UNO) y somos capaces de...
MEDICINAS....
Ahí va el escándalo... El ganador del Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad... 9 april, 2011
GRACIAS A DIOS...
Pedro Cavadas, el 'doctor milagro' responsable de llevar a cabo el primer trasplante de cara en España y el octavo en todo el mundo en el Hospital La Fe en Valencia, no es un trabajador más, como a él le gusta definirse. Además de tener en su haber diagnósticos imposibles, intervenciones a vida o muerte y soluciones innovadoras, (como cuando logró reimplantar el brazo amputado a un hombre de 63 años tras mantenerlo nueve días unido a las arterias de una de sus piernas), su estilo étnico valenciano no se ha dado ningún baño de vanidad. Al contrario: ha evolucionado desde el lujo y la ostentación a la humildad y el altruismo. El punto de inflexión fue su descubrimiento de África. Se plantó en Kenia para tantear el terreno, atender a algunos de sus habitantes y volverse a casa sin ser del todo consciente de la cantidad de problemas que había en esos países, según reconoció en una entrevista.
De ese viaje volvió otro Pedro Cavadas. Uno más consciente y comprometido. La muerte de uno de sus hermanos en un accidente de tráfico fue la desgracia que terminó de “abrirle los ojos” y le ayudó a ver más allá de sus cuentas bancarias. “Nadie ha pagado una entrada más cara por nacer en el hemisferio Norte”, ha dicho alguna vez el doctor... A raíz de estos acontecimientos fue incapaz de volver a conducir su Porsche, ni ninguno de sus otros vehículos de coleccionista. Tanto él como el resto de su familia vendieron sus coches de lujo y se metieron de lleno en un proyecto de ayuda para África. De ahí nació la fundación Pedro Cavadas, que se nutre económicamente en un 99 % de las operaciones privadas del doctor y del estudio de los arquitectos Virginia y Eduardo Cavadas; tan sólo el uno por ciento restante corresponde a donativos.
A pesar de que para Cavadas, licenciado en Medicina en 1989, los reconocimientos son un “masaje de vanidad”, en este caso se convierten en algo positivo, pues es lo que le permite no sólo desplegar misiones quirúrgicas en África, sino también traer grupos de niños enfermos aquí. Los opera y los mete en su propia casa para seguir su recuperación. Monta verdaderos hospitales de campaña en su propia vivienda, pues ha llegado a tener hasta 10 niños a la vez con sus respectivos familiares. Parece ser que su felicidad está en la de reconstruir por fuera (y por dentro) la vida de los demás. Eso y la satisfacción de tener dos niñas pequeñas de China que le llenan la vida de "dibujos y preguntas"... Su última hazaña ha sido el primer trasplante facial español, y el primero en el mundo de mandíbula y lengua, en el que se ha desgañitado por proteger la identidad de su paciente y del donante. Él se mantiene en su intento de ser 'normal', lo que precisamente le convierte en una 'rara avis'.
- Pero ser el primero en realizar un trasplante de cara en España da prestigio
- "Esto no es una carrera. En todo caso, es una carrera entre comunidades autónomas de signos políticos distintos. La medicina es procurar mejorar la calidad de vida de una persona.
Y eso no tiene nada que ver con carreritas, a ver quién mea más lejos. La vanidad profesional es un motor muy peligroso. Es como la fisión nuclear. Bien controladita, genera electricidad; pero si fallan los mecanismos de control, catástrofe."
- O sea, no sólo opera en África gratis, sino que además pone usted el dinero
- "Toda la gente se gasta el dinero en lo que más le gusta, en lo que le hace ilusión. Y a mí este proyecto me hace mucha ilusión".
- "Nadie ha pagado una entrada más cara por nacer en el hemisferio Norte"
- "En las zonas duras del planeta, la gente no está de mala hostia todo el día. Al revés, lo pasan mal, pero los ratitos en que no lo pasan mal están alegres. Bailan, cantan. ¿Cómo es esto posible? En Occidente lo tenemos casi todo, o eso nos hacen creer, y estamos de mala leche todo el tiempo".
"Es la cirugía de las sociedades saciadas. Cuando alguien está saciado, tiene más comida de la que puede comer, más música de la que puede oír, más placer del que puede experimentar, entonces se empieza a preocupar por la puntita de la nariz o el michelín. Cuando la gente tiene vidas duras, y la mayoría de la humanidad las tiene, no se preocupa de eso. Y no es tan infeliz. AL REVÉS."
GRACIAS A DIOS...
Pedro Cavadas, el 'doctor milagro' responsable de llevar a cabo el primer trasplante de cara en España y el octavo en todo el mundo en el Hospital La Fe en Valencia, no es un trabajador más, como a él le gusta definirse. Además de tener en su haber diagnósticos imposibles, intervenciones a vida o muerte y soluciones innovadoras, (como cuando logró reimplantar el brazo amputado a un hombre de 63 años tras mantenerlo nueve días unido a las arterias de una de sus piernas), su estilo étnico valenciano no se ha dado ningún baño de vanidad. Al contrario: ha evolucionado desde el lujo y la ostentación a la humildad y el altruismo. El punto de inflexión fue su descubrimiento de África. Se plantó en Kenia para tantear el terreno, atender a algunos de sus habitantes y volverse a casa sin ser del todo consciente de la cantidad de problemas que había en esos países, según reconoció en una entrevista.
De ese viaje volvió otro Pedro Cavadas. Uno más consciente y comprometido. La muerte de uno de sus hermanos en un accidente de tráfico fue la desgracia que terminó de “abrirle los ojos” y le ayudó a ver más allá de sus cuentas bancarias. “Nadie ha pagado una entrada más cara por nacer en el hemisferio Norte”, ha dicho alguna vez el doctor... A raíz de estos acontecimientos fue incapaz de volver a conducir su Porsche, ni ninguno de sus otros vehículos de coleccionista. Tanto él como el resto de su familia vendieron sus coches de lujo y se metieron de lleno en un proyecto de ayuda para África. De ahí nació la fundación Pedro Cavadas, que se nutre económicamente en un 99 % de las operaciones privadas del doctor y del estudio de los arquitectos Virginia y Eduardo Cavadas; tan sólo el uno por ciento restante corresponde a donativos.
A pesar de que para Cavadas, licenciado en Medicina en 1989, los reconocimientos son un “masaje de vanidad”, en este caso se convierten en algo positivo, pues es lo que le permite no sólo desplegar misiones quirúrgicas en África, sino también traer grupos de niños enfermos aquí. Los opera y los mete en su propia casa para seguir su recuperación. Monta verdaderos hospitales de campaña en su propia vivienda, pues ha llegado a tener hasta 10 niños a la vez con sus respectivos familiares. Parece ser que su felicidad está en la de reconstruir por fuera (y por dentro) la vida de los demás. Eso y la satisfacción de tener dos niñas pequeñas de China que le llenan la vida de "dibujos y preguntas"... Su última hazaña ha sido el primer trasplante facial español, y el primero en el mundo de mandíbula y lengua, en el que se ha desgañitado por proteger la identidad de su paciente y del donante. Él se mantiene en su intento de ser 'normal', lo que precisamente le convierte en una 'rara avis'.
- Pero ser el primero en realizar un trasplante de cara en España da prestigio
- "Esto no es una carrera. En todo caso, es una carrera entre comunidades autónomas de signos políticos distintos. La medicina es procurar mejorar la calidad de vida de una persona.
Y eso no tiene nada que ver con carreritas, a ver quién mea más lejos. La vanidad profesional es un motor muy peligroso. Es como la fisión nuclear. Bien controladita, genera electricidad; pero si fallan los mecanismos de control, catástrofe."
- O sea, no sólo opera en África gratis, sino que además pone usted el dinero
- "Toda la gente se gasta el dinero en lo que más le gusta, en lo que le hace ilusión. Y a mí este proyecto me hace mucha ilusión".
- "Nadie ha pagado una entrada más cara por nacer en el hemisferio Norte"
- "En las zonas duras del planeta, la gente no está de mala hostia todo el día. Al revés, lo pasan mal, pero los ratitos en que no lo pasan mal están alegres. Bailan, cantan. ¿Cómo es esto posible? En Occidente lo tenemos casi todo, o eso nos hacen creer, y estamos de mala leche todo el tiempo".
"Es la cirugía de las sociedades saciadas. Cuando alguien está saciado, tiene más comida de la que puede comer, más música de la que puede oír, más placer del que puede experimentar, entonces se empieza a preocupar por la puntita de la nariz o el michelín. Cuando la gente tiene vidas duras, y la mayoría de la humanidad las tiene, no se preocupa de eso. Y no es tan infeliz. AL REVÉS."
sábado, 5 de noviembre de 2011
LO...o el presente de encarnación
Hablé de un libro: MAL DE ESCUELA... y ahi quedó. Vuelvo a insistir a mis educatas (a los que les cuestan determinadas cosas) y a mis padres (que... lo mismo). Podríais -os conviene- regalaroslo. Yo lo disfruto... Para que piquéis, un pasaje.
—Nunca no lo conseguiré, señor.
—¿Cómo dices?
—¡Nunca no lo conseguiré!
—¿Qué quieres conseguir?
—¡Nada de nada! ¡No quiero conseguir nada!
—¿Y entonces por qué tienes tanto miedo a no conseguirlo?
—¡No quería decir eso!
—¿Qué querías decir pues?
—¡Que nunca no lo conseguiré, eso es todo!
—Escríbelo en la pizarra: nunca lo conseguiré.
Nunca le conseguiré.
—Te has equivocado de pronombre. Este es para el complemento indirecto, más tarde te lo explicaré. Corrige. Has de utilizar el lo. Y conseguir va con s.
Nunca lo conseguiré.
—Bueno. ¿Y qué te parece que es ese «lo»?
—No lo sé.
—¿Qué quiere decir?
—No lo sé.
—Pues bien, es absolutamente necesario que averigüemos lo que quiere decir, porque eso es lo que te da miedo, ese «lo».
–No tengo miedo.
—¿No tienes miedo?
—No.
—¿No tienes miedo de no conseguirlo?
—No, me la trae floja.
—¿Cómo?
-¡Que me da igual, vamos, que me importa un higo, paso de eso!
—¿Te importa un higo no conseguirlo?
—Me importa un higo, eso es todo, yo paso.
—Y eso, ¿puedes escribirlo en la pizarra?
—¿Qué, que me importa un higo, que paso?
—Sí.
Mimporta un igo. Paso deso.
—Me y luego importa. Ahí has descubierto un nuevo verbo mimportar, en la primera persona del presente de indicativo Y tu higo lleva h. Además, pasas de eso.
Me importa un higo. Paso de eso.
—Bueno, ¿y qué es precisamente «eso» de lo que pasas?
—¿Qué es «eso»?
—No lo sé... ¡Todo eso!
—¿Todo eso, qué?
—¡Todo eso que me toca las narices!
Desde las primeras horas de clase de aquel curso mis alumnos y yo la habíamos emprendido con aquel «lo», aquel «eso», aquel «todo». Por ahí habíamos iniciado el asalto al bastión gramatical. Si deseábamos instalarnos sólidamente en el presente de indicativo de nuestro curso, era preciso ajustar cuentas con aquellos misteriosos agentes de desencarnación. ¡Prioridad absoluta! Comenzamos a cazar pues la ambigüedad en los pronombres. Aquellas enigmáticas palabras parecían abscesos que debían vaciarse.
Y en primer lugar, «lo». Empecemos por el famoso «lo» que nunca se consigue. Prescindamos de su denominación de pronombre personal neutro que suena como a chino en los oídos del alumno que lo oye por primera vez, abrámosle la panza, extirpemos de él todos los sentidos posibles, le pegaremos su etiqueta gramatical cuando volvamos a coserlo, tras haber devuelto a su lugar unas entrañas debidamente catalogadas. Los gramáticos le conceden un valor impreciso. Pues bien, ¡precisémoslo!
En aquel caso, aquel año, con aquel muchacho que berreaba y soltaba palabrotas como si presumiera de músculos, «lo» era el hiriente recuerdo de un ejercicio de mates en el que acababa de pegársela. El ejercicio había provocado un ataque: bolígrafo por el suelo, golpetazo a la libreta (de todos modos no lo comprendo en absoluto, paso de eso, me toca las narices, etcétera), alumno expulsado de clase y sufriendo un nuevo ataque en la siguiente hora, en mi clase de francés, donde topaba con otra dificultad, esta gramatical, pero que le devolvió brutalmente al recuerdo de la precedente...
—Le digo que nunca lo conseguiré. ¡La escuela no está hecha para mí, señor!
(Debate nacional, muchachito, y secular muy pronto. Saber si la escuela está hecha para ti o tú para la escuela: no puedes imaginar cómo se destripan, cuando se trata este tema, en el olimpo educativo.)
—Hace tres años, ¿pensabas que algún día estarías en secundaria?
—No, realmente no. Y, además, en el último curso de primaria querían que repitiera.
—Pues, bueno, a fin de cuentas estás en secundaria, lo h logrado. Aunque no lo imaginaras.
(Casi de viejo, tal vez, en lamentable estado, lo admito, trancas y barrancas, eso es cosa tuya, con mayor o menor justicia, eso se discute en las alturas. Pero de todos modos lo has logrado, es un hecho, y todos nosotros contigo y, puestos ya a ello, pasaremos el año trabajándolo, aprovecharemos eso para resolver ciertos problemas, comenzando por los más urgentes... Ese miedo a no lograrlo. La tentación de decir que te trae sin cuidado y esa manía de meterlo todo en el mismo todo. Hay montones de gente, en esta ciudad, que tienen miedo de no lograrlo y creen que les trae sin cuidado... Pero no les trae sin cuidado en absoluto; se las dan de gallitos. Se deprime desbarran, gritan, golpean, juegan a dar miedo, pero si ha algo que no les trae sin cuidado es ese «lo» y ese «eso» que les están pudriendo la vida, y ese «todo» que les toca las narices.)
—¡De todos modos, eso no sirve para nada!
—De acuerdo, nos ocuparemos de ese «eso» también, y de ese «nada». Y del verbo «servir», ya puestos a ello. Porque e verbo «servir» comienza a ponerme los nervios de punta. No sirve para nada, no sirve para nada, ¿y ahora, en tu boca, de que sirve el verbo «servir»? Es hora ya de que se lo preguntemos.
Aquel año, pues, le abrimos la panza a aquel «lo», a aquel «eso», a aquel «ello», a aquel «todo» y a aquel «nada». Cada vez que irrumpían en la clase, salíamos en busca de lo que aquellas palabras tan deprimentes nos ocultaban. Vaciamos los odres infinitamente extensibles de lo que abarrota la barca del alumno que está perdido, los vaciamos corno si achicáramos una barca a punto de hundirse y examinarnos de cerca el contenido de lo que arrojábamos por la borda:
«Lo»: primero, aquel ejercicio de mates que había encendido la mecha.«Lo»: luego el de gramática que había avivado el incendio. (¡La gramática me toca las narices más aún que las mates, señor!) Y así sucesivamente: «lo», la lengua inglesa que no se dejaba aprehender; «lo», la tecnología que le hartaba como todo lo demás (diez años más tarde le comería el tarro y otros diez años más tarde aún se le atragantaba); «lo», los resultados que todos los adultos aguardaban de él en vano; en resumen, «lo», todos los aspectos de su escolaridad.
De ahí la aparición del «eso», de eso importa un bledo (eso se lo pasa por el forro, pasa de eso, podían meterse eso donde les cupiera, solo para probar la resistencia de los oídos docentes. Una veintena de años más tarde y eso me toca los cojones acabaría añadiéndose a la lista).
«Eso», la constatación diaria de su fracaso.
«Eso», la opinión que tienen de él los adultos.
«Eso», el sentimiento de humillación que él prefiere convertir en odio a los profesores y en desprecio por los buenos alumnos...
De ahí su negativa a intentar comprender el enorme «ello» que no sirve para «nada», ese permanente deseo de estar en otra parte, de hacer otra cosa, no importa dónde por lo demás y no importa qué cosa.
Su escrupulosa disección de aquel «lo» reveló a aquellos alumnos la imagen que de sí mismos se hacían: unas nulidades descarriadas en un universo absurdo, y preferían que aquello les importara un huevo, puesto que no veían en ello porvenir alguno.
—¡Ni en sueños, señor!
No future.
«Lo» o el porvenir inaccesible.
Solo que al no ver para ti futuro alguno, tampoco te insta las en el presente. Estás sentado, pues, en tu silla, aunque e otra parte, prisionero del limbo de la lamentación, durante un tiempo que no pasa, una especie de perpetuidad, y haría pagar a cualquiera, y muy cara, esa sensación de tortura.
De ahí mi decisión de profesor: utilizar el análisis gramatical para atraerlos hasta
el aquí, el ahora, para experimentar la particular delicia de comprender para qué sirve un pro nombre neutro, una palabra fundamental que se utiliza veces al día, sin ni siquiera pensarlo. Era perfectamente inútil, ante aquel alumno encolerizado, perderse en argucias morales o psicológicas. No era el momento para debates, sino d urgencias.
Una vez vacíos y limpios el «lo» y el «eso», los etiquetan debidamente. Dos pronombres muy prácticos para limpiar el pescado en una conversación espinosa. Compararnos es pronombres con sótanos del lenguaje, con inaccesibles desvanes, con una maleta que nunca se abre, con un paquete olvidado en una consigna cuya llave se hubiera perdido.
—¡Un escondrijo, señor, un escondrijo de todos los diablo
No tan bueno, de todos modos. Crees ocultarte y he aquí que el escondrijo te engulle. «Lo» y «eso» nos devoran y ya n sabemos quiénes somos.
—Nunca no lo conseguiré, señor.
—¿Cómo dices?
—¡Nunca no lo conseguiré!
—¿Qué quieres conseguir?
—¡Nada de nada! ¡No quiero conseguir nada!
—¿Y entonces por qué tienes tanto miedo a no conseguirlo?
—¡No quería decir eso!
—¿Qué querías decir pues?
—¡Que nunca no lo conseguiré, eso es todo!
—Escríbelo en la pizarra: nunca lo conseguiré.
Nunca le conseguiré.
—Te has equivocado de pronombre. Este es para el complemento indirecto, más tarde te lo explicaré. Corrige. Has de utilizar el lo. Y conseguir va con s.
Nunca lo conseguiré.
—Bueno. ¿Y qué te parece que es ese «lo»?
—No lo sé.
—¿Qué quiere decir?
—No lo sé.
—Pues bien, es absolutamente necesario que averigüemos lo que quiere decir, porque eso es lo que te da miedo, ese «lo».
–No tengo miedo.
—¿No tienes miedo?
—No.
—¿No tienes miedo de no conseguirlo?
—No, me la trae floja.
—¿Cómo?
-¡Que me da igual, vamos, que me importa un higo, paso de eso!
—¿Te importa un higo no conseguirlo?
—Me importa un higo, eso es todo, yo paso.
—Y eso, ¿puedes escribirlo en la pizarra?
—¿Qué, que me importa un higo, que paso?
—Sí.
Mimporta un igo. Paso deso.
—Me y luego importa. Ahí has descubierto un nuevo verbo mimportar, en la primera persona del presente de indicativo Y tu higo lleva h. Además, pasas de eso.
Me importa un higo. Paso de eso.
—Bueno, ¿y qué es precisamente «eso» de lo que pasas?
—¿Qué es «eso»?
—No lo sé... ¡Todo eso!
—¿Todo eso, qué?
—¡Todo eso que me toca las narices!
Desde las primeras horas de clase de aquel curso mis alumnos y yo la habíamos emprendido con aquel «lo», aquel «eso», aquel «todo». Por ahí habíamos iniciado el asalto al bastión gramatical. Si deseábamos instalarnos sólidamente en el presente de indicativo de nuestro curso, era preciso ajustar cuentas con aquellos misteriosos agentes de desencarnación. ¡Prioridad absoluta! Comenzamos a cazar pues la ambigüedad en los pronombres. Aquellas enigmáticas palabras parecían abscesos que debían vaciarse.
Y en primer lugar, «lo». Empecemos por el famoso «lo» que nunca se consigue. Prescindamos de su denominación de pronombre personal neutro que suena como a chino en los oídos del alumno que lo oye por primera vez, abrámosle la panza, extirpemos de él todos los sentidos posibles, le pegaremos su etiqueta gramatical cuando volvamos a coserlo, tras haber devuelto a su lugar unas entrañas debidamente catalogadas. Los gramáticos le conceden un valor impreciso. Pues bien, ¡precisémoslo!
En aquel caso, aquel año, con aquel muchacho que berreaba y soltaba palabrotas como si presumiera de músculos, «lo» era el hiriente recuerdo de un ejercicio de mates en el que acababa de pegársela. El ejercicio había provocado un ataque: bolígrafo por el suelo, golpetazo a la libreta (de todos modos no lo comprendo en absoluto, paso de eso, me toca las narices, etcétera), alumno expulsado de clase y sufriendo un nuevo ataque en la siguiente hora, en mi clase de francés, donde topaba con otra dificultad, esta gramatical, pero que le devolvió brutalmente al recuerdo de la precedente...
—Le digo que nunca lo conseguiré. ¡La escuela no está hecha para mí, señor!
(Debate nacional, muchachito, y secular muy pronto. Saber si la escuela está hecha para ti o tú para la escuela: no puedes imaginar cómo se destripan, cuando se trata este tema, en el olimpo educativo.)
—Hace tres años, ¿pensabas que algún día estarías en secundaria?
—No, realmente no. Y, además, en el último curso de primaria querían que repitiera.
—Pues, bueno, a fin de cuentas estás en secundaria, lo h logrado. Aunque no lo imaginaras.
(Casi de viejo, tal vez, en lamentable estado, lo admito, trancas y barrancas, eso es cosa tuya, con mayor o menor justicia, eso se discute en las alturas. Pero de todos modos lo has logrado, es un hecho, y todos nosotros contigo y, puestos ya a ello, pasaremos el año trabajándolo, aprovecharemos eso para resolver ciertos problemas, comenzando por los más urgentes... Ese miedo a no lograrlo. La tentación de decir que te trae sin cuidado y esa manía de meterlo todo en el mismo todo. Hay montones de gente, en esta ciudad, que tienen miedo de no lograrlo y creen que les trae sin cuidado... Pero no les trae sin cuidado en absoluto; se las dan de gallitos. Se deprime desbarran, gritan, golpean, juegan a dar miedo, pero si ha algo que no les trae sin cuidado es ese «lo» y ese «eso» que les están pudriendo la vida, y ese «todo» que les toca las narices.)
—¡De todos modos, eso no sirve para nada!
—De acuerdo, nos ocuparemos de ese «eso» también, y de ese «nada». Y del verbo «servir», ya puestos a ello. Porque e verbo «servir» comienza a ponerme los nervios de punta. No sirve para nada, no sirve para nada, ¿y ahora, en tu boca, de que sirve el verbo «servir»? Es hora ya de que se lo preguntemos.
Aquel año, pues, le abrimos la panza a aquel «lo», a aquel «eso», a aquel «ello», a aquel «todo» y a aquel «nada». Cada vez que irrumpían en la clase, salíamos en busca de lo que aquellas palabras tan deprimentes nos ocultaban. Vaciamos los odres infinitamente extensibles de lo que abarrota la barca del alumno que está perdido, los vaciamos corno si achicáramos una barca a punto de hundirse y examinarnos de cerca el contenido de lo que arrojábamos por la borda:
«Lo»: primero, aquel ejercicio de mates que había encendido la mecha.«Lo»: luego el de gramática que había avivado el incendio. (¡La gramática me toca las narices más aún que las mates, señor!) Y así sucesivamente: «lo», la lengua inglesa que no se dejaba aprehender; «lo», la tecnología que le hartaba como todo lo demás (diez años más tarde le comería el tarro y otros diez años más tarde aún se le atragantaba); «lo», los resultados que todos los adultos aguardaban de él en vano; en resumen, «lo», todos los aspectos de su escolaridad.
De ahí la aparición del «eso», de eso importa un bledo (eso se lo pasa por el forro, pasa de eso, podían meterse eso donde les cupiera, solo para probar la resistencia de los oídos docentes. Una veintena de años más tarde y eso me toca los cojones acabaría añadiéndose a la lista).
«Eso», la constatación diaria de su fracaso.
«Eso», la opinión que tienen de él los adultos.
«Eso», el sentimiento de humillación que él prefiere convertir en odio a los profesores y en desprecio por los buenos alumnos...
De ahí su negativa a intentar comprender el enorme «ello» que no sirve para «nada», ese permanente deseo de estar en otra parte, de hacer otra cosa, no importa dónde por lo demás y no importa qué cosa.
Su escrupulosa disección de aquel «lo» reveló a aquellos alumnos la imagen que de sí mismos se hacían: unas nulidades descarriadas en un universo absurdo, y preferían que aquello les importara un huevo, puesto que no veían en ello porvenir alguno.
—¡Ni en sueños, señor!
No future.
«Lo» o el porvenir inaccesible.
Solo que al no ver para ti futuro alguno, tampoco te insta las en el presente. Estás sentado, pues, en tu silla, aunque e otra parte, prisionero del limbo de la lamentación, durante un tiempo que no pasa, una especie de perpetuidad, y haría pagar a cualquiera, y muy cara, esa sensación de tortura.
De ahí mi decisión de profesor: utilizar el análisis gramatical para atraerlos hasta
el aquí, el ahora, para experimentar la particular delicia de comprender para qué sirve un pro nombre neutro, una palabra fundamental que se utiliza veces al día, sin ni siquiera pensarlo. Era perfectamente inútil, ante aquel alumno encolerizado, perderse en argucias morales o psicológicas. No era el momento para debates, sino d urgencias.
Una vez vacíos y limpios el «lo» y el «eso», los etiquetan debidamente. Dos pronombres muy prácticos para limpiar el pescado en una conversación espinosa. Compararnos es pronombres con sótanos del lenguaje, con inaccesibles desvanes, con una maleta que nunca se abre, con un paquete olvidado en una consigna cuya llave se hubiera perdido.
—¡Un escondrijo, señor, un escondrijo de todos los diablo
No tan bueno, de todos modos. Crees ocultarte y he aquí que el escondrijo te engulle. «Lo» y «eso» nos devoran y ya n sabemos quiénes somos.
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