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martes, 14 de mayo de 2024

¿Reducen el riesgo de suicidio los tratamientos de reasignación de género?

 El abordaje de los casos de disforia o incongruencia de género, en los que el individuo no se identifica con su sexo biológico, ha promovido diversas estrategias de tratamiento, predominando las que recurren a terapias farmacológicas -bloqueo y transición hormonal- y quirúrgicas -mutilación y reconstrucción- que están siendo fuertemente cuestionadas recientemente por la alarmante carencia de evidencias científicas que demuestren su eficacia, por un lado, y por la acumulación de complicaciones y efectos secundarios asociados que empeoran alarmantemente la calidad de vida de las personas en las que se aplican.

Este tipo de intervenciones se han basado mayoritariamente en lo establecido en la recomendación de la World Professional Association for Transgender Health (WPATH), inspirada en el denominado Protocolo Holandés publicado en 1996.

Una de las razones que han impulsado a sus defensores a promover las estrategias que plantea este protocolo es la prevención del suicidio asociado a los casos de disforia, orientando hacia una modificación del aspecto físico de la persona afectada para asimilarlo a su percepción, que resulta incongruente con su sexo biológico.

Muchos artículos basados en estudios con limitaciones relacionadas con lo reducido de las muestras estudiadas o los seguimientos incompletos o no suficientemente prolongados en el tiempo, se esfuerzan en exponer el factor protector que este tipo de intervenciones de transición de género tiene sobre las tasas de suicidio y tendencia suicida.

Hacia un nuevo paradigma

Pero estas conclusiones están siendo puestas en entredicho por cada vez más investigadores y clínicos, que constatan los pobres resultados de la aplicación de estos protocolos para resolver la disforia de género inicial y los problemas psicológicos asociados, que no solo se mantienen en el tiempo sino que empeoran en muchos casos.

La multiplicación de las solicitudes de detransición, es decir afectados que solicitan revertir las intervenciones de transición de género a las que han sido sometidos, es uno de los indicadores, aunque no el único, de que algo no se está haciendo bien.

Como hemos informado previamente, son muchos los países y sociedades científicas que alarman sobre las nefastas consecuencias de la aplicación de estos protocolos, solicitando que sean relegados exclusivamente al ámbito de la investigación o, directamente, prohibidos en adolescentes, solicitando la implementación de tratamientos psicológicos o psiquiátricos que aborden las causas iniciales de la disforia, que obedece con frecuencia a un conjunto de factores o trastornos cuyo diagnóstico y tratamiento resulta imprescindible para que los pacientes afectados puedan superar estos procesos.

Un reciente artículo publicado en la revista Cuadernos de Bioética matiza que la incongruencia de género se da en un cuerpo sano, coherente con el sexo genético y muestra las modificaciones cerebrales que en muchos casos predisponen a una percepción contraria del propio género. Los autores matizan que, sin embargo, se administran tratamientos médicos, a menudo exclusivos, orientados a la afirmación del género percibido, mediante la administración de hormonas cruzadas y en ocasiones con cirugía, cuyo objetivo es adaptar la apariencia fenotípica, el cuerpo, al cerebro, con consecuencias negativas de las que se debería informar exhaustivamente al paciente, o a sus padres o tutores cuando este no tenga la madurez suficiente para comprenderlo.

En su lugar, dada la complejidad de las causas de tipo psíquico-psicológico que suelen estar detrás de la disforia de género, resulta imprescindible implementar un serio diagnóstico y tratamiento psicológicos en lugar de emprender tratamientos de reasignación o afirmación de género.

Disforia de género y suicidio

Recientemente, un nuevo trabajo publicado en la revista BMJ Mental Health, cuestiona la eficacia de las intervenciones de transición de género como método para prevenir la tendencia suicida en las personas afectadas de disforia de género.

El estudio, realizado en Finlandia, incluyó una muestra de más de 2.000 personas, con antecedentes de disforia de género en el periodo comprendido entre los años 1996 y 2019.

El seguimiento de los individuos se prolongó una media de seis años, lo cual supone una gran ventaja frente a otros estudios similares, con periodos de seguimiento más cortos y su discontinuación en muchos de los individuos reclutados, extremos que suponen sesgos importantes en las conclusiones de estos estudios.

Los autores concluyen que “la disforia clínica de género no parece predecir la mortalidad por todas las causas ni por suicidio cuando se tienen en cuenta los antecedentes de tratamiento psiquiátrico”. Es decir, en los casos de disforia en los que no se realizó un abordaje psicoterapéutico o psiquiátrico, sí parece incrementarse la tasa de suicidios.

Lo más importante es que cuando se tuvieron en cuenta las necesidades de tratamiento psiquiátrico, el sexo, el año de nacimiento y las diferencias en los tiempos de seguimiento, la mortalidad por suicidio no difirió estadísticamente de manera significativa respecto al grupo control tanto de los pacientes que se practicaron terapias de reasignación de género como los que no lo hicieron.

Ello implica, según el mencionado estudio, que es el tratamiento psiquiátrico el que puede relacionarse con la prevención de las conductas suicidas en los casos de disforia de género, y que, si se lleva a cabo este abordaje terapéutico, implementar terapias de transición de género de tipo hormonal o quirúrgico no aporta ninguna ventaja en la reducción de los suicidios y sí numerosos inconvenientes asociados a los efectos secundarios y complicaciones asociados a estas terapias, que ya hemos analizado previamente.

Conclusión

En conclusión, los estudios recientes acumulan evidencias sobre lo contraproducentes que pueden resultar las intervenciones farmacológicas y quirúrgicas de transición de género en pacientes con disforia, reforzando la necesidad de facilitar tratamientos psicológicos o psiquiátricos a los afectados, en contra de lo que establecen muchas de las recientes leyes de transexualidad como la española, que proponen exactamente lo contrario de lo que muestran los estudios más recientes.

El abordaje psicológico o psiquiátrico de los casos de disforia de género es el que se muestra eficaz, según este reciente estudio, en la prevención de suicidios relacionados con la disforia, mostrando que las intervenciones de transición de género, farmacológicas o quirúrgicas no se muestran eficaces en la reducción de las tasas de suicidio si se han aplicado previamente las intervenciones psicológicas o psiquiátricas adecuadas. Sin embargo, la administración de tratamientos tanto hormonales, de bloqueo o transición, como quirúrgicos, presenta numerosos efectos secundarios y complicaciones, en muchos casos irreversibles, que contribuyen a empeorar la calidad de vida de estos pacientes, por lo que insistir en este tipo de intervenciones obviando el diagnóstico y la asistencia psicológicos implica proceder en la dirección contraria a la que muestran las más recientes evidencias científico-clínicas.

 Julio Tudela Cuenca. Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

martes, 19 de diciembre de 2023

Los trans, más expuestos a contraer cáncer

Como consecuencia del tratamiento hormonal, las mujeres transgénero (varones que han realizado una transición feminizante) desarrollan considerablemente el tejido glandular mamario, con proliferación de ductos, lóbulos y acinos que son histológicamente idénticos a la mama femenina. Además, es sabido desde hace décadas que los estrógenos constituyen un importante factor de riesgo del cáncer de mama, por lo que parece lógico pensar que las mujeres transgénero presentarían un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama que sus equivalentes varones sin tratamiento hormonal.

Una reciente publicación aborda la compleja cuestión del diagnóstico y prevención del cáncer de mama, cuello uterino y próstata en el caso de los pacientes transgénero después de que hagan la transición a su nueva identidad.

En una presentación a cargo de Gene De Haan, MD, obstetra y ginecólogo de la Oficina Médica Interestatal Este de Kaiser Permanente en Portland, Oregón, en el Congreso Mundial de Ginecología y Obstetricia FIGO 2023, se analizó la posible asociación de la terapia hormonal utilizada para la transición de género, ya sea feminizante o masculinizante, con un mayor riesgo de cáncer, específicamente el hormono-dependiente.

En este sentido, aunque el mencionado ginecólogo afirmó que «los datos a largo plazo son limitados, pero los datos que tenemos son tranquilizadores», otros autores afirman que como consecuencia del tratamiento hormonal, las mujeres transgénero (varones que han realizado una transición feminizante) desarrollan considerablemente el tejido glandular mamario, con proliferación de ductos, lóbulos y acinos que son histológicamente idénticos a la mama femenina. Además, es sabido desde hace décadas que los estrógenos constituyen un importante factor de riesgo del cáncer de mama, por lo que parece lógico pensar que las mujeres transgénero presentarían un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama que sus equivalentes varones sin tratamiento hormonal.

En este sentido, este estudio concluye que existe poca evidencia científica sobre el riesgo de cáncer de mama en mujeres transexuales que han recibido tratamiento hormonal. Según detallan los investigadores, “solamente dos estudios de cohortes retrospectivos han analizado un número suficientemente elevado de casos, correspondiendo el resto de publicaciones científicas a casos clínicos aislados. En el primer estudio, publicado en 2013, Gooren et al. comunicaron un caso de cáncer de mama en una cohorte de 2.307 mujeres transexuales, con una incidencia estimada de cáncer de mama de 4,1 por 100.000 personas/año, lo cual es muy inferior a la incidencia de cáncer de mama en la mujer cisgénero pero superior al cáncer de mama en el hombre. En el segundo estudio, Brown y Jones comunicaron 2 casos de cáncer en 3.556 mujeres transexuales. Finalmente, Blok et al., en un estudio preliminar, identificaron 18 casos de cáncer de mama en una cohorte de 2.567 mujeres transexuales que habían recibido tratamiento estrogénico y antiandrogénico.”

Según todos estos resultados, la transición de varón a mujer incrementaría la prevalencia de cáncer de mama con respecto a la de la población masculina equivalente, aunque sería considerablemente inferior a la de la población femenina.

Dado la tendencia actual por parte de algunos promotores de estos tratamientos de reasignación de género de adelantar la edad de inicio del tratamiento hormonal, puede preverse un incremento del tiempo de exposición del epitelio mamario a los estrógenos, lo que podría incrementar el riesgo de cáncer en un futuro.

Protocolos de detección precoz

Las recomendaciones de detección precoz indicadas en mujeres para el cáncer de mama y varones para el cáncer de próstata deben adaptarse al género del paciente tras la transición con la terapia hormonal, recomendándose la detección del cáncer de mama para hombres y mujeres transgénero, mientras que las mujeres transgénero, varones que han transicionado hacia una apariencia femenina, siguen necesitando someterse a los protocolos de detección del cáncer de próstata.

Las recomendaciones elaboradas para la población femenina deberían, pues, aplicarse a las mujeres transgénero después de haber recibido terapia hormonal feminizante durante un mínimo de cinco años, según afirmó De Haan. Por contexto, en Francia el cribado se realiza cada 2 años a partir de los 50 años. Consiste en una mamografía, una ecografía si es necesario y un examen físico de las mamas.

Esta detección precoz del cáncer de mama puede verse dificultada en los senos de las mujeres transgénero, que se desarrollan gracias a la terapia hormonal, porque pueden parecer más densos en una mamografía. «Los implantes mamarios o la inyección de rellenos en los senos también pueden dificultar la interpretación de la mamografía», añadió De Haan, especialista en salud transgénero.

También las mujeres que han transicionado hacia un proceso de masculinización, deberían realizarse la mamografía si no se han sometido a una mastectomía. Para aquellos que sí se la hayan practicado, el riesgo de cáncer sigue presente porque el tejido mamario generalmente no se elimina por completo durante el procedimiento.

Según el mencionado autor, «no es lo mismo la mastectomía realizada en varones transgénero que la mastectomía indicada para prevenir el cáncer de mama en mujeres de riesgo», dado que técnicamente ya no es posible realizar una mamografía después del procedimiento, pero se debe continuar con la monitorización, especialmente con un examen regular del tejido mamario residual.

Valoración bioética

Los agresivos procedimientos de abordaje de la transición de género, tanto farmacológicos como quirúrgicos, llevan asociados numerosos efectos secundarios, sobre los que hemos informado previamente. La información genética que determina el sexo biológico, el equilibrio endocrino,  fisiológico y anatómico que de ella depende, no va a revertirse con estos tratamientos de transición, generando desequilibrios y riesgos como el que nos ocupa en este caso, que suponen riesgos para la salud del paciente en muchos casos irreversibles.

La ponderada evaluación de estos riesgos debe tenerse en cuenta a la hora de plantear los mencionados tratamientos, evaluando la salud del paciente de forma integral y proponiendo alternativas no agresivas que puedan dar respuesta a los casos de disforia de género, como se ha propuesto por parte algunos profesionales.

Julio Tudela. Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

sábado, 25 de noviembre de 2023

domingo, 30 de julio de 2023

últimas leyes del Ministerio de Igualdad en revisión

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martes, 4 de julio de 2023

mujeres trans en competiciones femeninas

 La  Federación Mundial de Atletismo prohibió el 31 de marzo de 2023 participar a las mujeres trans en competiciones femeninas, excluyendo de esta manera a los atletas transgénero que hubieran pasado la pubertad masculina antes de participar en las competiciones femeninas en la clasificación mundial.

En cuanto a los atletas DSD (Disorders of Sex Developement, por sus siglas en inglés), en español ADS (Anomalías de la Diferenciación Sexual), la nueva regulación establece que los atletas tienen que reducir su nivel de testosterona por debajo de 2,5 nml/L durante un mínimo de 24 meses para competir en cualquier evento de categoría femenina, no sólo los restringidos en la norma anterior (400 metros a una milla).

Se han introducido disposiciones provisionales para atletas relevantes que ya estaban compitiendo en los eventos que no estaban restringidos (menos de 400 metros y mayores de una milla y eventos de campo). En ellas se incluye el requisito de suprimir los niveles de testosterona por debajo de 2,5 nmol durante al menos seis meses antes de que puedan volver a competir.

Cabe recordar que en la regulación anterior, el nivel de testosterona máximo requerido para permitir la participación era de 5 nmol/L durante, al menos, seis meses para los atletas que competían en los eventos restringidos.

Las disposiciones adicionales no se aplican a los eventos previamente restringidos, en los que se requiere dos años de supresión de testosterona para que el atleta sea elegible para competir.

La Federación Mundial de Atletismo realizó un periodo de consultas con las principales partes interesadas, incluidas las federaciones miembros, la Academia Mundial de Entrenadores de Atletismo, la Comisión de Atletas, el Comité Olímpico Internacional y grupos representativos de los derechos humanos y de los transexuales.

En el mundo del deporte no apoyaron la primera opción que se presentó a las partes interesadas: permitir que los atletas trans mantuvieran sus niveles de testosterona por debajo de 2,5 nmol/L durante 24 meses para poder competir internacionalmente en categoría femenina.

Actualmente no hay atletas trans compitiendo en categoría femenina, por lo que no hay evidencias del impacto que producirían estos atletas en las competiciones femeninas. En este sentido, el Consejo priorizó la equidad de la competición femenina por encima de la integración.

También se ha acordado establecer un grupo de trabajo durante 12 meses para seguir considerando la inclusión de las atletas trans en competiciones femeninas. Su función será consultar con atletas trans para conocer sus puntos de vista sobre la competición de atletismo femenino.

El presidente de la Federación (World Athletics), según afirma Sebastian Coe, ha declarado que “las decisiones siempre son difíciles cuando involucran necesidades y derechos en conflicto entre diferentes grupos, pero seguimos considerando que debemos mantener la equidad para las mujeres atletas por encima de todas las demás consideraciones. Nos guiaremos en esto por la ciencia en torno al rendimiento físico y la ventaja masculina que inevitablemente se desarrollará en los próximos años. A medida que haya más evidencia disponible, revisaremos nuestra posición, pero creemos que la integridad de la categoría femenina en el atletismo es primordial».

Valoración bioética

Los procesos de transición de género plantean problemas de difícil solución. Las evidentes diferencias genéticas, anatómicas, constitucionales, endocrinas o psicológicas entre los sexos masculino y femenino, confieren capacidades distintas condicionadas por estas diferencias. La instauración de las terapias de transición de género, farmacológicas o quirúrgicas, no consigue anularlas hasta el punto de convertir lo masculino en femenino y viceversa. La evaluación de la testosterona como único indicador para permitir o no la competición conjunta con atletas trans se revela como un indicador insuficiente, dado que el mantenimiento de valores bajos de esta hormona durante un tiempo no evita el desarrollo corporal, muscular, cardiovascular, etc. que se produce previamente a la administración de los tratamientos farmacológicos o quirúrgicos.

Promover la igualdad en dignidad y derechos, que constituye un deber ineludible para todos, no debe confundirse con anular las diferencias, porque pretender hacerlo constituye, de hecho, una forma de discriminación, como hemos informado previamente en los casos que se han producido en otros deportes.

Los problemas asociados al fenómeno de la transexualidad, en el campo de la competición y otros, tienen su origen en la pretensión de anular la biología y su trascendencia en la identidad del ser humano. Ser sexuado afecta a toda la persona, es constitutivo de su identidad, determinado genéticamente desde la concepción, y condiciona las aptitudes, la conducta, y el rendimiento en distintas áreas. Los procesos de transición de género no anulan estas diferencias, aunque las modifican, subyaciendo en todo caso en mayor o menor grado el fenotipo masculino o femenino determinado por la genética.

Julio Tudela y Ester Bosch. Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

martes, 20 de junio de 2023

“El cambio de sexo no es posible”

 Julio Tudela, Director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, ha afirmado en una entrevista publicada en YouTube para el canal de La verdad os hará libres, que los fármacos empleados para el bloqueo puberal, que no están autorizados para este uso en casos de disforia de género, sino que lo están para tratar los casos de pubertad precoz, pueden producir graves alteraciones en el desarrollo del cerebro de los adolescentes, tanto a corto como a largo plazo.

«En el proceso madurativo de un adolescente se implica todo su cuerpo, su estructura ósea, su sistema metabólico-endocrino y su sistema nervioso, es decir, su cerebro. Es una fase que está mediada por hormonas. Por tanto, los fármacos que bloquean la pubertad contrarrestan los efectos de estas hormonas y alteran los procesos madurativos en el adolescente».

Efectos secundarios incalculables

Para Tudela, el uso de este tipo de bloqueadores puede conllevar consecuencias muy perjudiciales. «Estos fármacos no están autorizados para este uso, son fármacos que se usan en casos de pubertad precoz. Si se usan en los casos de disforia, se van a utilizar mucho más tiempo, y los efectos secundarios a largo plazo serán incalculables», advierte.

«Los tratamientos que se están utilizando provocan que muchos caracteres físicos vayan a ser modificados, no vamos a dejar que las hormonas de la pubertad hagan


su trabajo. Y es, entonces, cuando aparecen los problemas metabólicos. Si bloqueamos las hormonas que están detrás de estas regulaciones, vamos a tener problemas en el futuro. La propia esterilidad de por vida es uno de ellos, afirma el facultativo.

Sin embargo, Tudela cree que hay una consecuencia más importante. «Hoy sabemos que la conectividad cerebral, la manera en la que se conectan las neuronas de nuestro cerebro, lo que nos afianza en nuestra personalidad, condiciona nuestra percepción del mundo y nos conforma en nuestro ejercicio del libre albedrío… está comandada por hormonas», explica.

«Si cuando se está desarrollando aceleradamente esta reestructuración neuronal de nuestro cerebro, que es en la pubertad, interfiero en el proceso bloqueando la acción de estas hormonas, las consecuencias para el cerebro de estas personas son impredecibles», añade.

Además, el investigador recuerda que en la adolescencia siempre hay dudas en la autopercepción. «Los problemas de percepción son un proceso que requiere maduración, este proceso se termina de completar al final de la adolescencia. Si yo bloqueo el proceso de maduración adolescente, no estoy dando oportunidad a la biología del individuo. Estamos echando leña al fuego».

Empeora la salud mental de estos pacientes

Sobre si son efectivos los tratamientos para bloquear los efectos de la pubertad, Tudela afirma que «la cantidad de depresiones, ansiedades, tendencias al suicidio… son mayores en estos pacientes. Nunca se corrigen las causas que originaron la disforia, sino que permanecen ahí, porque nadie entra a analizarlas», comenta.

El profesor explica que hay datos que dicen que las terapias de resignación quirúrgica empeoran la salud mental de los pacientes. Un estudio de Suecia, de 2007, asegura que un 45% de los jóvenes transexuales entre 16 y 24 años tiene tendencias suicidas, y el 26% han intentado suicidarse.

«Estos estudios se han hecho en Suecia, que es muy tolerante y donde no se da el estigma social. Cuando reducimos el estigma social y las tasas de suicidio se mantienen, ¿a qué se debe?», plantea Tudela.

Precisamente en Suecia, la visión que se tenía de este tipo de tratamientos ha sido rectificada. «En 2019, los suecos cambiaron por completo su posición. El principal hospital en investigación de bloqueadores de la pubertad ha dicho que se acabó. En Finlandia dicen ahora que se priorice las intervenciones psicológicas, como tratamiento de primera línea… mientras que en España se denostan, incluso se prohiben», apunta el profesor.

Pero los casos se suceden. «En Noruega hay una comisión de salud que dice que no hay evidencia científica de seguridad y eficacia en estos tratamientos, y que hay que detenerlos. En Reino Unido, que es un país muy liberal, han dicho que los niños menores de 16 años no pueden dar su consentimiento… un poco diferente de lo que hemos aprobado aquí en España», recuerda el especialista, que cita también a Francia, Australia y Canadá.

Personas que necesitan ayuda

Para Tudela, es muy importante que el médico no olvide nunca cuál es su principal tarea «la persona que sufre esto, es una persona que necesita ayuda, que necesita ser escuchada, acogida, aceptada y acompañada. Los médicos deberían adoptar siempre posturas prudentes, mi intervención no puede causar nunca un daño. Y, estas intervenciones, están siendo maleficentes: hacen daño», asegura.

El profesor comenta que, según datos recogidos por un hospital de referencia en Cataluña, el 80% de los adolescentes que ingresan solicitando la transición de género, sale con el tratamiento hormonal prescrito tras la primera consulta. «Esto no es posible, nos estamos volviendo locos, 
esto nunca se ha permitido en la medicina, ¿por qué ahora sí? Estamos prescribiendo tratamientos agresivos de consecuencias irreversibles de forma imprudente», clama.

«Hay que pedir siempre consejo médico pluridisciplinar, dejarse asesorar por especialistas, investigar las causas previas. Es muy frecuente que entre los jóvenes que   manifiestan la disforia se hayan sufrido abusos en la infancia, o trastornos de déficit de atención o de autismo. Si no se trata todo esto, estamos introduciendo nuevos estresores a personas que ya sufren mucho estrés», añade Tudela.

Otro de los elementos a tener en cuenta por padres y médicos, es el del factor ambiental. «Hoy tenemos una gran presión mimética hacia este tipo de conductas. ¿Por qué tenemos un incremento de un 5.000% de casos en los últimos años? La presión de grupo que procede de redes sociales, gobiernos, entidades educativas, la OMS… quiere normalizar y medicalizar estos procesos de transición», comenta.

«Nos llegan muchos casos de psicólogos en colegios que aconsejan a los adolescentes iniciar el proceso de transición. Esto no se puede hacer, es un error, es la manipulación de un niño, que no puede defenderse. Si a un adolescente le prometes que, si se hace no sé qué, va a dejar de sufrir, el adolescente va a decir que sí», afirma el experto.

Y, aquí es cuando llega la trampa. «Cuando el adolescente dice que sí y empieza el conflicto con las familias, y el bloqueo… se siente muy satisfecho. Es en ese momento cuando se hacen los estudios. Pero, si a estas personas las seguimos en el tiempo, veremos que comenzarán a manifestarse las consecuencias negativas y que su índice de satisfacción decrece», relata.

El cambio de sexo no es posible

El profesor concluye asegurando que la biología es muy clara. «El cambio de sexo no es posible, se puede cambiar el aspecto, la apariencia, el comportamiento… pero hay más 6.500 genes de nuestro genoma ya identificados que se expresan de manera diferente según el sexo. La persona que se opere tendrá siempre esa presión de lo que genéticamente es», apunta, y que tendrá que contrarrestar el resto de su vida.

Tudela invita a no olvidar los intereses que hay detrás de toda esta deriva, desde los ideológicos y económicos, hasta los demográficos. «Hay intereses de manipulación demográfica, todos estos procesos conducen a la esterilidad. Hay presiones de control de la población que están detrás, y esto la OMS (Organización Mundial de la Salud) lo ha dicho sin sonrojo», expresa.

 

jueves, 25 de mayo de 2023

Missouri limita las intervenciones de las personas transgénero

 Continúa aumentando la lista de países que han decidido limitar las intervenciones de las personas 

trans para proteger a los menores de procedimientos perjudiciales para su salud. Ahora es el estado norteamericano de Missouri el que ha anunciado una serie de medidas para limitar la atención de las personas transgénero. Andrew Baile, fiscal general, ha confirmado que se ha iniciado una investigación del Centro de Transexuales de St. Louis por perjudicar a cientos de niños. En su web oficial ha afirmado: “quiero que Missouri sea el estado más seguro del país para los niños. Hemos recibido acusaciones de que hay personas que han estado perjudicando a cientos de niños cada año, incluso prescribiéndoles medicamentos experimentales. Nos tomamos muy en serio estas pruebas y estamos investigando a fondo para asegurarnos de que los niños no se vean perjudicados por individuos que pueden estar más preocupados por una agenda social radical que por su salud”.

Otros países que también se echaron atrás

Pero este no es el primer país que echa marcha atrás. Escocia ya lo comunicó hace unos meses, cuando un hombre acusado de violación ingresó en una cárcel femenina alegando que ahora era una mujer. Reino Unido, Francia, Suecia, Noruega y Finlandia han rectificado en la hormonación de menores y recomiendan ahora cautela y acompañamiento psicológico. En Estados Unidos, Kansas se convirtió en el primer estado en aprobar un proyecto de ley que define a la mujer como “alguien que ha nacido biológicamente de sexo femenino”, tratando de prohibir así la entrada de personas transgénero a lugares públicos como baños o vestuarios. También Tennessee aprobó un proyecto de ley que prohibía las operaciones de cambio de género y los fármacos en menores de edad y Carolina del Sur limitó a los transgénero en la práctica de deportes femeninos en universidades públicas.

Como hemos publicado en numerosas ocasiones en nuestro observatorio, cada vez son más los países en los que se iniciaron estas intervenciones hace ya muchos años y se han replanteado sus políticas sanitarias relacionadas, modificando drásticamente los procedimientos con los que son abordados estos casos. Estos se han reconducido a posicionamientos más prudentes y conservadoras a la espera de disponer de nuevas evidencias sobre la idoneidad o no de las propuestas aplicadas en los procesos de transición de género.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Los fundamentos de la ley trans

 «Os perseguirán por decir la verdad», la afirmación que vaticinó Chesterton hace cien años.

«La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases». Así comienza el Manifiesto Comunista escrito por Marx en 1847. Y a continuación enumera los antagonismos de clase que han ido apareciendo con el paso del tiempo: libres y esclavos, patricios y plebeyos…, y el de su época: burgueses y proletarios.

Marx, conocido por su visión socioeconómica de la vida del hombre y por sus escritos sobre las injusticias que originan estos antagonismos, concluyó que la única manera de resolverlos era con la revolución. Pero Marx, ante todo, era un filósofo y, como tal, tuvo que responder a las grandes preguntas, cómo la de qué (quién) es el hombre. La respondió así: «… es en la práctica donde se demuestra la verdad y por lo tanto el hombre es lo que hace».

Si para el marxismo el hombre es lo que hace, para los existencialistas el hombre está «arrojado» al mundo, lo único que sabe es que existe, pero no sabe lo que es y, por lo tanto, uno se constituye existiendo. El máximo representante de esta corriente fue Sartre, que resumió su existencialismo radical en la famosa frase: «El hombre es una pasión inútil». Porque si todo el afán del hombre es llegar a ser y el ser no sabemos lo que es, la vida carece de sentido.

Simone de Beauvoir, compañera de Sartre, denunció en sus escritos la marginación que sufría la mujer en los años 20. Para conseguir la igualdad entre el hombre y la mujer, Beauvoir aplicó la idea marxista de la lucha de clases a la lucha de sexos. Y, además, dado que, para ella, como para el existencialismo radical, el ser humano se construye existiendo, creó el concepto de que la mujer se hace a través de la cultura: «La mujer no nace, se hace», dijo en uno de sus libros.

Las ideas de Beauvoir fueron configurando el feminismo marxista que se caracterizó, entre otras cosas, por ir consolidando cada vez más la separación que creen que hay en la sexualidad entre lo biológico –que llamaron sexo– y el componente no biológico que se adquiere, según ellos, por la cultura. Este último componente es lo que denominaron «género». Conviene recordar que, según otras filosofías, la cultura moldea a la persona (Ratzinger) y a la sexualidad, pero no las crea.

Gloria Solé Romero, en su libro «Historia del feminismo», indica que fue Margaret Mead la primera autora que tuvo la idea de etiquetar con el término «género» a ese componente no biológico de la sexualidad. Mead, contribuyó con sus estudios a consolidar la idea de que son los factores culturales los que determinan los roles sexuales, y los etiquetó con el nombre de «géneros».

Otros autores atribuyen al Dr. Money la autoría de este término como un recurso para asignar el sexo a los niños nacidos con unos genitales externos poco diferenciados (estados intersexuales). Su intento de educar como niña a un niño sin pene a consecuencia de un accidente en su circuncisión, resultó en tragedia. Este suceso se describe con detalle en el articulo publicado en «La nueva España» el día 5 de noviembre de 2022, con el título «¿Qué es eso del ‘género’?».

Por influencia de ciertas corrientes filosóficas y de diferentes grupos de presión, la teoría de género fue calando en las agendas de la ONU. En la conferencia de la mujer celebrada en Pekín en 1995 se mundializó esta teoría, que en resumen consiste en desestimar el cuerpo para identificar la sexualidad, al depender esta exclusivamente del componente no corpóreo, que llamaron «género». Una de las ponentes que más destacó en su defensa fue Judith Butler.

Años más tarde, Butler se dio cuenta que tal teoría incurría en una contradicción: si el cuerpo no cuenta como sujeto de la sexualidad (los niños tienen vagina y la niñas pene, era su lema) y lo que cuenta es lo que se construye, un rol social, resultaría que este rol (el género), no podría ser, a la vez, un ser en sí, un sujeto: un rol no puede ser a la vez esencia. Para evitar esta contradicción, creó el concepto del «género» fluido (teoría «queer»).

La teoría «queer» (raro) consiste en no aceptar la clasificación binaria de la sexualidad (hombre/mujer), ni tampoco la identidad de «género», ya que su aceptación supone una normativa que margina a los que no se sienten así (víctimas). Para evitar la opresión que conllevaría categorizar a las personas por el sexo o por el «género» esta autora propone que cada uno es libre para expresar las tendencias sexuales que en cada momento sienta: género fluido. Hasta ahora se han descrito más de 80 «géneros». En una entrevista reciente, Judith Butler se considera no binaria (ni hombre ni mujer).

El Círculo de Bellas Artes de Madrid concedió en octubre del 2022 la medalla de oro a Judith Butler. Muchos piensan que la teoría «queer» es absurda y caerá por sí misma. Pero no es así, como hemos visto. Se trata de una teoría que va en contra del concepto de la unicidad de la persona humana al separar sexo y «género». Y, esta tendencia forma parte del posmodernismo que consiste, según Derrida, en deconstruir los principios de la cultura occidental de raíz griega, romana y judeocristiana. Y esta corriente filosófica no cae por si misma, ya que cuenta con el respaldo de muchas instituciones supranacionales (ONU, UE, etc.) y gobiernos.

Las que con mayor fuerza se han opuesto a esta teoría «queer» son las feministas que luchan por la equidad entre el hombre y la mujer. «Porque si el feminismo ‘queer’ elimina la categoría de mujer, ¿para qué sirve el feminismo?», dicen estas feministas.

En resumen, podríamos decir por todo lo expuesto anteriormente que las personan no tienen «género». Por ello recomiendo que no se utilice este término como sinónimo de sexo o sexualidad, pues si se hace se contribuye a difundir esta ideología. Como dice Jesús Barrón, profesor de Biología de la Comunidad de Madrid: «Hay dos sexos, hombre y mujer, y dos géneros, en gramática, masculino y femenino». Este profesor ha sido suspendido por seis meses de empleo y sueldo por enseñar estos conceptos. Se cumple lo que vaticinó Chesterton hace 100 años: «Llegará un momento en que os perseguirán por decir la verdad».

Con este artículo y con el anterior animo a que los dirigentes políticos y sus votantes profundicen en los fundamentos y consecuencias de las leyes mal llamadas “de género”, que siguen activas en muchas comunidades autónomas, así como en la ley trans, que se aprobó recientemente en España. En un próximo artículo expondré la morbilidad y la mortalidad que están originando estas leyes.

Ángel Jiménez Lacave. Oncólogo. Miembro de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias

viernes, 3 de marzo de 2023

Transexuales arrepentidos, una tendencia cada vez más común

 Como hemos ido publicando en el Observatorio de Bioética en reiteradas ocasiones, sigue aumentando de manera alarmante el número de casos de personas inicialmente declaradas transexuales que muestran su arrepentimiento tras iniciar el proceso de reasignación de sexo.

Recientemente, diversos medios han publicado el testimonio de una joven gallega, Susana Domínguez, quien reclama 314.000 euros a la Sanidad pública por haber sido sometida, sin recibir la suficiente información, a diversas operaciones irreversibles de reasignación de sexo cuando su principal diagnóstico era autismo.

Susana, con tan solo 15 años, fue diagnosticada de disforia de sexo por su psicólogo. A partir de aquí se fue sometiendo a diversas operaciones tales como a la doble mastectomía, extirpación del útero y los ovarios, además de tratamiento con hormonas masculinas.

Susana reconoce que fue ella quien se autodiagnosticó de disforia animada por diferentes foros de internet. En ellos había escuchado testimonios de transexuales que afirmaban que, tras las operaciones, sus problemas mentales habían desaparecido. El personal que atendió a Susana dio credibilidad sin más al autodiagnóstico de la joven, ignorando sus antecedentes genéticos- al menos seis personas de su familia directa presenta problemas de salud mental- ni los rasgos de trastorno del espectro autista que presentaba la joven.

Seis años después, explica cómo, a medida que pasaba el tiempo, fue siendo consciente de que realmente no padecía disforia, y que sus problemas y angustias vitales, que incluían depresión y trastorno esquizoide, podrían haberle impedido tomar dichas decisiones con plena conciencia. “Me arruinaron la vida”, afirma la joven.

Una ideología anticientífica

Según Luisa González, vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid, el 40% de los jóvenes que se autodiagnostican con disforia, tienen trastornos del espectro autista. Otros no están conformes con su cuerpo cuando empieza la hormonación en la adolescencia. La doctora González explicó en una reciente entrevista que “entre el 40% y el 70% de estos niños ha sufrido maltratos o bullying a nivel escolar, y un fenómeno que se multiplica por 2.000 en tan poco tiempo, no obedece a ninguna causa médica, a algo estructural en el que haya algún fallo en la biología. Obedece a una ideología artificial anticientífica.”