miércoles, 30 de julio de 2025
jueves, 3 de julio de 2025
sábado, 28 de junio de 2025
sábado, 21 de junio de 2025
viernes, 6 de diciembre de 2024
Rechazan en Barcelona la solicitud de un padre para frenar la eutanasia de su hijo
Un enfermo que teme sufrir, como la mayoría de los casos en los que se plantea la eutanasia, y ante este temor pide morir, lo hace porque no se le han facilitado alternativas que le permitan vivir con un sufrimiento tolerable. Ello implica tener acceso a cuidados y acompañamiento que contribuyan a devolver el sentido vital a quien lo ha perdido como consecuencia de su dependencia o incapacidad.
Un hombre de 54 años con problemas de movilidad y habla como consecuencia de haber sufrido varios ictus e infartos en los últimos años, morirá víctima de la eutanasia tras haberlo autorizado una jueza del Juzgado Contencioso Administrativo número 5 de Barcelona.
Según se deriva de los informes médicos, el hombre tiene afasia (lo que le dificulta hablar), no puede escribir sin ayuda, le cuesta seguir el hilo de frases largas y, aunque comprende lo que se le dice, no puede mantener una conversación con normalidad. Tampoco puede conducir ni moverse sin ayuda del bastón. Por eso, pese a todos los tratamientos, expresó a los médicos que «no se gusta» y que «a raíz de su discapacidad no le encuentra sentido a la vida». El mismo comunicó a los sanitarios que tiene mucho miedo al sufrimiento y que, «bajo ningún concepto, quiere llegar a tener más discapacidad».
Su padre impugnó la decisión, alegando que el paciente sufre problemas de salud mental y que, pese a que es cierto que siente dolor, cree que con el debido tratamiento y pautas médicas puede sobrellevarlo. Los médicos, que evaluaron a su hijo solicitante de eutanasia, han descartado cualquier patología mental.
Asimismo, el progenitor trató de acogerse al “derecho a la vida familiar” como motivo para poder paralizar este proceso, pero Montserrat Raga, jueza del Contencioso, ha explicado que «pareciera que la simple relación familiar autorizaría a este padre a detener el procedimiento legal”. Existe un detalle contraproducente que también señala Raga, y es que la legislación europea advierte que ese vínculo entre padre e hijo debe ser real.
Parece ser que el hombre de 54 años vive solo y no tiene ninguna relación con su padre. También se ha sabido que, al pedir la eutanasia, éste solicitó que «no se comunicase la existencia del procedimiento a ningún familiar ni persona próxima».
Desde el juzgado aseguran que «estamos ante una persona mayor de edad, capaz de ejercer de forma libre todos los derechos que las leyes le reconocen». De hecho, tal y como también se recoge en la sentencia, en los diagnósticos médicos del paciente no se hace mención de que el solicitante de la eutanasia sufra una enfermedad mental que le impida tomar sus propias decisiones.
Los abogados de la Generalitat creen que el padre del solicitante no tiene legitimidad para recurrir la eutanasia de un tercero, aunque sea su hijo, y en un procedimiento por vulneración de derechos fundamentales, estos derechos fundamentales, como la decisión de morir dignamente, son únicos y exclusivos de quienes han pedido la muerte asistida.
Valoración bioética
Un enfermo que teme sufrir, como la mayoría de los casos en los que se plantea la eutanasia, y ante este temor pide morir, lo hace porque no se le han facilitado alternativas que le permitan vivir con un sufrimiento tolerable.
Ello implica tener acceso a cuidados y acompañamiento que contribuyan a devolver el sentido vital a quien lo ha perdido como consecuencia de su dependencia o incapacidad. Son los cuidados paliativos de calidad los que permiten a los enfermos incurables y sufrientes vivir dignamente, recibiendo la atención médica, enfermera, psicológica y espiritual que les permita dotar de sentido su experiencia vital.
Apelar a la muerte digna, como parece afirmarse en la sentencia, es más bien promover la vida indigna, donde el paciente sufriente es abandonado y empujado a la eutanasia. Es la vida lo que debe dignificarse, no la muerte.
La dejación en la implementación de los cuidados paliativos de calidad que permitan a los enfermos incurables dignificar su vida sufriente, es lo que hace a la eutanasia la única opción para muchos enfermos, víctimas del abandono de una sociedad que no vela suficientemente por sus miembros más débiles.
Julio Tudela y Cristina Castillo-Observatorio de Bioética
Instituto Ciencias de la Vida-Universidad Católica de Valencia
jueves, 14 de noviembre de 2024
sábado, 5 de octubre de 2024
miércoles, 2 de octubre de 2024
Cuidar la vida y la dignidad de las personas
¿Qué es la vida humana? Es la capacidad de las personas de nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir. Es el espacio de tiempo que transcurre desde la concepción de un ser humano hasta su muerte. Pero esta puede acabar antes por una enfermedad o por un accidente. Pero también podemos acabar con ella a través del aborto, del suicidio y de la eutanasia. La vida es un derecho, vivir y morir dignamente también, pero morir no es un derecho.
¿Qué es la dignidad humana? Es aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte. El concepto de dignidad es, en sí mismo, problemático, pero también lo es el de persona, como afirma el filósofo Françesc Torralba en su libro ¿Qué es la dignidad humana? (Torralba F, 2005). La dignidad es un bien invulnerable propio de cada persona, no se puede perder, pero se puede dañar. Cuanto mayor sea el desamparo y la necesidad de ayuda de una persona, mayor es la posibilidad de que se sienta herido en su dignidad.
Pero ante la vida humana y su dignidad, la sociedad no se comporta en ocasiones como debiera. El mes pasado, un medio de comunicación titulaba una noticia de la siguiente manera: “el Gobierno prepara una ley para proteger a los grandes simios mientras desprecia la vida humana”. Yo me pregunto: ¿Por qué una bacteria se considera vida en marte cuando un latido prenatal no se considera vida en la tierra? Quino, el autor de Mafalda, refleja muy bien el desprecio a la dignidad en una de sus viñetas cuando Mafalda ve un cartel en un jardín que dice: “prohibido pisar el césped” y ella se pregunta: ¿y la dignidad no?
Una sociedad, como la nuestra, que se resiste a condenar actos que nuestro sentido común nos dice que son destructivos como el aborto, el suicidio y la eutanasia es una sociedad que ha perdido la capacidad de enfrentarse al mal. Es una sociedad que priva a las personas de la vida y de la dignidad. En 1994, el Papa Juan Pablo II decía: “Nuestra civilización contemporánea amenaza la vida de los no nacidos. […] Hoy en día esta amenaza se extiende igualmente a ancianos y enfermos. Las instituciones humanas, los parlamentos elegidos democráticamente, usurpan el derecho a poder determinar quién tiene derecho a la vida”. El escritor, filósofo y político, padre del conservadurismo liberal británico, Edmund Burke (1729-1797) ya dijo: “Lo único que necesita el mal para triunfar es que las personas buenas no hagan nada”. Y Albert Einstein (1879-1955), Premio Nóbel de Física en 1921, hizo referencia a este asunto cuando dijo: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por los que se sientan a ver lo que pasa”. ¿Seguiremos nosotros sin hacer nada, sentados a ver qué pasa?
Permítanme que como médico paliativista comparta alguna reflexión sobre la cuestión de la eutanasia. No hay que considerar como nuestro único objetivo una muerte digna, porque muerte digna, es mucho más que un estilo particular de muerte es un concepto amplio, una filosofía de morir basada en el respeto por la dignidad de la persona para conservarla hasta el final. El mejor final para una vida es morir con dignidad. La ayuda que le podemos ofrecer quienes los acompañemos en el proceso de morir será preservar su dignidad para garantizarle una muerte serena, en paz y sin sufrimiento. Pero, aliviar el sufrimiento de la persona no debiera consistir en eliminar a quien sufre. Es verdad que cuando no se puede ofrecer al enfermo el alivio de su sufrimiento, algunos pueden desear que les adelanten la muerte para no seguir viviendo con sufrimiento. El que pide la muerte, en realidad pide otra cosa, no desea sufrir. Detrás de la petición “quiero morir”, hay un trasfondo que significa “quiero vivir o morir de otra forma”. En mi opinión, la eutanasia no es signo de civilización. El modo de tratar a las personas en situación de vulnerabilidad, el modo de acoger y sostener a los debilitados, ancianos y enfermos, y la manera de abordar los momentos últimos de nuestra vida, sí demuestran el grado de civilización de nuestra sociedad.
Yo creo que además de una sociedad sana, podremos construir una sociedad compasiva cuando todos seamos capaces de ayudar a quien lo necesita preservando su vida y su dignidad. Esta es una verdadera apuesta de todos los que componemos esta sociedad. Hemos de conseguir una sociedad sana y compasiva, porque está compuesta de personas que están ante personas y se necesitan unas a otras. Cuidar su vida y su dignidad es responsabilidad de toda la sociedad.
Dr. Jacinto Bátiz Cantera-Director del Instituto Para Cuidar Mejor-Hospital San Juan de Dios de Santurce
jueves, 15 de agosto de 2024
viernes, 28 de junio de 2024
granjas de teléfonos
sábado, 1 de junio de 2024
domingo, 26 de mayo de 2024
viernes, 5 de abril de 2024
SUICIDIO, Atención y prevención
lunes, 5 de febrero de 2024
viernes, 2 de febrero de 2024
martes, 16 de enero de 2024
Tres padres genéticos: Alcanzable por la ciencia, un desafío para la bioética
La Terapia de Reemplazo Mitocondrial (TRM) se ha convertido en un campo fascinante y controvertido en la medicina regenerativa, prometiendo abordar enfermedades mitocondriales hereditarias. A lo largo de las décadas, esta técnica ha evolucionado gracias al trabajo de investigadores visionarios y ha sido testigo de hitos significativos en su desarrollo. Este articulo explorará la TRM, desde su definición y los pioneros que la han impulsado, hasta su historia, regulaciones a nivel mundial y las consideraciones éticas que la rodean.
Explorando la Terapia de Reemplazo Mitocondrial
La TRM es una técnica innovadora diseñada para tratar enfermedades mitocondriales al reemplazar mitocondrias defectuosas por otras saludables. Este proceso implica la manipulación de óvulos y embriones, y su esencia radica en mitigar los riesgos hereditarios asociados con trastornos mitocondriales. Pioneros en este campo, como el Dr. Shoukhrat Mitalipov del Centro Nacional de Investigación de Primates de OHSU en Oregón, han sido fundamentales en el avance de la TRM.
Historia y Evolución de la Terapia de Reemplazo Mitocondrial
La historia de la TRM se remonta a los primeros experimentos de transferencia pronuclear en la década de 1980, pero fue en 2016 cuando se produjo un hito significativo con el nacimiento del primer bebé concebido mediante esta técnica. El Dr. John Zhang, fundador del New Hope Fertility Center en Nueva York, lideró este proceso revolucionario.
Zhang y su equipo utilizaron la TRM para prevenir la transmisión de una enfermedad mitocondrial específica de la madre al concebir al primer «bebé de tres padres». Este evento marcó un avance trascendental en la aplicación clínica de la TRM y desató debates éticos y científicos a nivel global.
Otro de los investigadores notables que han contribuido a la evolución de la TRM es el Dr. Doug Turnbull, profesor de Neurología en la Universidad de Newcastle, quien ha desempeñado un papel crucial en el desarrollo de técnicas relacionadas con la transferencia mitocondrial en el Reino Unido.
Regulaciones y Legislaciones a Nivel Mundial
Las regulaciones y legislaciones sobre la TRM varían significativamente en todo el mundo. En 2015, el Reino Unido se convirtió en el primer país en aprobarla para uso clínico bajo regulaciones estrictas. Sin embargo, en otros lugares, la situación es más compleja.
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha adoptado un enfoque cauteloso. Aunque se han discutido propuestas, la TRM aún no ha recibido la aprobación para su uso clínico generalizado. En China, donde se llevó a cabo el primer nacimiento por esta terapia, las regulaciones son menos claras, lo que subraya la necesidad de una armonización global en este campo.
Las regulaciones también han sido objeto de debates éticos. En el Reino Unido, la autorización se otorga caso por caso, evaluando la gravedad de la enfermedad mitocondrial y los riesgos asociados. Esta aproximación permite un equilibrio entre la innovación médica y la ética.
Consideraciones Éticas
La TRM no está exenta de desafíos éticos significativos. La modificación genética germinal, una intervención que afecta a los genes heredados y potencialmente altera la cadena genética de las generaciones futuras, plantea cuestiones fundamentales sobre la autonomía reproductiva y la responsabilidad de los científicos y la sociedad en la toma de decisiones que impactarán en la herencia genética.
El concepto de «bebés de tres padres» añade una capa adicional de complejidad ética. La TRM implica la contribución genética de dos padres y una donante de mitocondrias, redefiniendo las nociones tradicionales de descendencia y parentesco. Esto suscita preguntas sobre la identidad y la relación genética de los individuos nacidos mediante esta técnica, así como sobre el papel de los donantes de mitocondrias en la creación de nuevas vidas.
El consentimiento informado se convierte en un componente crucial en el contexto ético de la TRM. Los futuros padres deben comprender completamente los riesgos y beneficios de la terapia, así como las posibles implicaciones para la salud de su descendencia, pues no conocemos todavía como podría haber afectado a los nacidos mediante está terapia a su salud a largo plazo. Garantizar que el consentimiento sea verdaderamente informado y no influenciado por presiones externas se convierte en un desafío ético vital.
Además, la TRM plantea preguntas sobre la equidad y el acceso a esta tecnología.
¿Quiénes tendrán la oportunidad de beneficiarse de la TRM? ¿Se crearán divisiones sociales basadas en la capacidad de acceder a la modificación genética de la descendencia?
La consideración ética de la pérdida de embriones en la investigación y aplicación de esta técnica también es un dilema crucial. En la fase de investigación, la experimentación y perfeccionamiento de la técnica a menudo conlleva la utilización y, en algunos casos, la pérdida de embriones. Este aspecto plantea preguntas éticas sobre el valor atribuido a la vida embrionaria en pos de avances científicos. En la aplicación clínica de la TRM, donde el proceso implica la selección y transferencia de embriones saludables, la pérdida de embriones puede generar conflictos morales, sopesando el deseo de evitar enfermedades mitocondriales con la protección de la vida embrionaria. En ambos casos, la reflexión ética se torna esencial para equilibrar los avances científicos con la integridad y el respeto a la vida en sus primeras etapas.
Por tanto, la TRM, aunque prometedora en el ámbito médico, demanda una reflexión ética constante para salvaguardar los principios que definen nuestra humanidad y la integridad genética de las generaciones venideras.
Patricia Sara Espinosa Civera y Luis Miguel Olcina Benedito
Alumnos 4º de Medicina. Universidad Católica de Valencia
viernes, 22 de diciembre de 2023
jueves, 21 de diciembre de 2023
miércoles, 20 de diciembre de 2023
sábado, 11 de noviembre de 2023
¿PUEDE SER BAUTIZADO UN TRANSEXUAL?
El 14 de julio de 2023, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe recibió una carta de S.E. Mons. José Negri, Obispo de Santo Amaro, en Brasil, que contenía algunas preguntas sobre la posible participación en los sacramentos del bautismo y del matrimonio por parte de transexuales y personas homoafectivas.

