Al mismo tiempo,
aquel cuadro de ruinas y de incendio se proyectaba sobre el horizonte y se esbozaba la silueta y los resplandores
trágicos de otros días más terribles, en los que Dios había de hacer el juicio
la humanidad entera. Fue entonces cuando Jesús pronunció estas palabras, que
San Mateo y San Marcos han conservado textualmente: “en aquellos días,
después de aquella tribulación, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz,
y las estrellas se caerán del cielo, y las columnas de los cielos se como
verán” (Mc 13,24s).
Estas palabras no
dejan de encerrar un misterio y plantear un problema. ¿Quiso Jesús anunciar con
ellas un hecho que había de cumplirse al pie de la letra? ¿O las empleo más
bien como una fórmula literaria, con la que sólo querría decir que aquellos
días serían aciagos y llenos de amargura?
No sería difícil
encontrar ambas opiniones en la literatura eclesiástica. Maldonado aboga por un
cumplimiento dos puntos el sol y la luna se extinguirán, y las estrellas eran
lanzadas fuera de sus órbitas. Otros autores más modernos hablan de una gran
cantidad de aerolitos que, penetrando entre la luna y la tierra, oscurecerían a
la luz de aquella, y precipitándose sobre nuestro planeta, al mismo tiempo que
producían alteraciones violentas en nuestra atmósfera, daría la impresión
terrible de la caída de las estrellas
Sin embargo, no
todos se han creído obligados a dar estas interpretaciones. San Agustín veían
el sol a Cristo o y en la luna a la iglesia, cuyo brillo quedaría empañado
durante algún tiempo por las persecuciones; las estrellas que caen serían los
cristianos que no perseveró hacen en su fe.
En la actualidad
hay un buen número de escritores que, preferidos por el Padre Lagranje, afirman
que estas palabras de Cristo son una especie de frase protocolaria propia de
las profecías en que se anuncia un juicio de Dios.
Las tinieblas y los
vida tan siempre una impresión de tristeza, y aumentan de manera increíble la
sensación de terror cuando acompaña en algún suceso pavoroso. Por eso los
profetas, cuando anuncian el juicio de Dios contra alguna ciudad o contra todo
un pueblo, hablan con frecuencia del oscurecimiento de las lumbreras celestes
. Ya Amós, el más
antiguo de los profetas escritores, decía: Ay de aquellos que desean el día de Yahvé!
¿Qué será de vosotros? El día de Yahvé es día de tinieblas, no de luz. Es como
quien, huyendo de León, diera con el oso; como quien, a refugiarse en su casa y
poner su mano sobre la pared, fuera mordido por la serpiente. ¿No es tinieblas
el día de Yahvé, y no luz, yo oscuridad sin resplandor? (5,18-20).
Y lo que Amós
anunciaba al reino del norte, jeremías lo repetía para el día de la catástrofe
del reino del sur:” miré a la tierra, y todo era vacío y confusión; los cielos,
y todo eran tinieblas. Diré a los montes, y todos temblaban, todos los collado
sé cómo habían. Mide y no se veía un hombre, y las tardes del cielo habían huido
todas. Mire, y el Carmelo era un desierto, todas sus ciudades serán ruinas ante
llave, ante el furor de su cólera. Pues así dice Yahvé: toda la tierra será un
desierto; consumar en la destrucción, llorar a la tierra es entenebrecerán los
cielos” (4,23-27).
Efectivamente, uno
tras otro, los dos reinos vieron llegar el día de Yahvé. Fueron días terribles,
en que el espíritu de los habitantes de Samaria y de Jerusalén debieron
hallarse sumidos en amargura y oscuridad. Pero ninguna parte consta que en
aquellos días dejaran de lucir los astros ítem base la tierra. Sin duda, se
trataba de una metáfora.
También Ezequiel
emplea la misma metáfora. Estaba se trata de Egipto. El profeta, hablando en
nombre de Dios, compara a este pueblo con un cocodrilo que anida en las aguas,
y anuncia que El lo cazar en su revés y lo tirara en los campos para que sea
pasto de las aves de rapiña y de las fieras salvajes. Ya añade: de la de los
cielos y oscureceré las estrellas; Cubriré de nubes el sol, y la luna no
resplandecer a; todos los astros que brilla en el cielo se vestirán de luto por
ti y se extenderán las tinieblas sobre la tierra, dice el Señor que ha de venir
(32,7s).
Hace ya muchos
siglos que se cumpla en Egipto esta palabra del Señor, y el que un día fue gran
imperio, fue desollado por los otros pueblos. Pero tampoco habla la historia de
que por aquellos días se oscureció es el sol y la luna y los astros dejasen de
alumbrar. Sin duda seguimos en el campo de la metáfora.
En el profeta a
Joel, el anuncio de las tinieblas se convierte casi en un estribillo. Comienza
por decir: se acerca el día de Yahvé. Ya está cerca. Día de tinieblas y
oscuridad, vía de nublados y sombras (2,2). Describe luego el castigo de Dios
bajo la imagen de una invasión de langostas, y añade: ante ellos tiembla la
tierra y se conmueve el cielo, sesgo recen el sol y la luna, y las estrellas
extinguen su brillo (2,10). Algo más adelante, refiriéndose al juicio de Dios,
dicen: muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el
día de Yahvé, en el valle del juicio. El sol y la luna se oscureceré y las
estrellas pierden su brillo (3,14s).
También Isaías expresa
de un modo parecido. Anuncia el castigo de Babilonia. Dice que aún algo del
Sr., a los montes se llenan de gentes que van a luchar contra ella. Y continúa:
lamenta os, porque se acerca el día de Yahvé, cruel, como cólera y furor
ardiente para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los pecadores. Las
estrellas del cielo y sus cruceros no darán su luz, y el sol se oscurecerá al
nacer, y la luna no hará Villar su luz. Yo castigar el mundo por sus crímenes y
a los malvados por sus iniquidades… York estremecer a los cielos y temblar a la
tierra en su lugar, ante la indignación de Yahvé Sebaoth, el día del furor de
su ira (13,9-13). Sin embargo, lo que sabemos de la caída de Babilonia nos
obliga a creer que también aquí el elemento tenebroso es de carácter moral y no
físico.
Finalmente, hay en
el mismo Isaías una expresión que se acerca más a la evangélica. Aquí ya no
solamente que los astros oscurezca ni tiemble la tierra; es que las estrellas
se desprenden de la bóveda celeste y caen por tierra como caen las hojas de la
vid o de la higuera, porque el firmamento, al que la imaginación habría suponía
clavadas las estrellas, se hará enrollado como una hoja de papiro. El profeta
llama los astros “milicia del cielo”, y de cómo el día en que Dios la
entregarán exterminio a todas las naciones,” la milicia de los cielos se
disuelve, se enrolla los cielos como se un rollo un libro y todo su ejército
caerá como caen las hojas de la vid, como que las hojas de la higuera” (34,4).
Así, oscurecimiento
de los astros resulta más definitivo y más catastrófico. Sin embargo, el vaticinio
de Isaías se refiere, al menos principalmente, al castigo de Edom. Y en el día
en que Edom recibió su merecido, no cayeron los astros mi desapareció el
firmamento. Se trata, pues, de otra metáfora.
San Juán recoge
ambas metáforas en su apocalipsis al describir la apertura del sexto sello: un
gran terremoto Johnson se volvió negro como un saco de pelo de Cabra, y la luna
se tornó toda como sangre, y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera deja caer sus higos sacudida por un viento fuerte, y el cielos
en rollo con un libro que se enrolla, y todos los montes e islas se movieron de
sus lugares. Y lo reyes de la tierra, y los magnates, y los tribunos, y lo
ricos, y los poderosos, y todo siervo, y todo libre se ocultaron en las cuevas
y en las peñas de los montes. Y decían a los montes y a las peñas: caer sobre
nosotros y ocultamos de la cara del que está sentado en el trono y de la cólera
del Cordero, porque ha llegado el día grande de su vida, y ¿quién podrá tenerse
en pie? (6,12-17).
Es indudable que
San Juan se refiera que a los últimos días precursores del juicio final.
Formado como estaba su espíritu de la lectura y meditación del antiguo
testamento y ejerciendo, al escribir este libro, un ministerio profético,
¿quién no se siente inclinado a colocarlo en la continuación de la misma línea
de aquellos antiguos profetas, y a dar a estas frases, que de ellos toma, la
misma interpretación metafórica que a las de aquellos?
Entre Isaías y San
Juan están las palabras de Jesús: en aquellos días, después de aquella
tribulación, se oscurece al sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas se
caerán del cielo, y las columnas de los cielos sé cómo eran mis 8Mc 13,24s) ¿no
tendrán también en labios de Jesús un sentido metafórico? Precisamente se trata
de un lugar en el que Jesús habla como profeta, y como profeta que anuncia el
día del juicio.
San Lucas, al
trasmitir estas palabras de Jesús a los oriundos del paganismo, que desconocía
de lenguaje de los profetas, les dice: habrá señales en el sol, en la luna y en
las estrellas, y sobre la tierra perturbación de las naciones, aterradas por
los bramidos del mar y la citación de las olas, exhalan do los hombres sus
almas por el terror y el ansia de lo que viene sobre la tierra, pues las
columnas de los cielos se como verán (21,25s).
Sí es verdad que
este evangelista no dice expresamente que han de caer los astros y han de
oscurecerse el sol y la luna, en cambio parece afirmar que los astros han de
ocurrir fenómenos extraños, tan objetivos como la gran tribulación que habrá en
la tierra.
A esta tribulación
parece referirse al Sr. Cuando, camino del calvario, decía las piadosas
mujeres: entonces digan a los montes: caer sobre nosotros. Ya los collados:
oculta nos (Lc 23,30). Son las frases que hemos visto recogidas en el
Apocalipsis.
Y sí todo esto es así,
¿por qué no pensar que las expresiones que los profetas usaron, y que en los
juicios particulares de que ellos hablaban no tenían sino un sentido
metafórico, estaban al mismo tiempo anunciando, por encima y más allá de
aquellos juicios particulares, el gran juicio universal, en el que se cumplían
al pie de la letra?
Por de pronto, en
la primera venida del mesías, cuando Jesús morían la cruz por toda la
humanidad, “ una oscuridad sobre la tierra desde la hora de sexta hasta la hora
de no nos”, es decir, desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde, y
la tierra tembló y se rajaron las rocas (Mc 15,33;Mt 27,52).¿Quién nos dice que
si esto se cumplió ya a la letra no se cumpliera también literalmente lo demás
en la segunda venida del Señor?
Por algo San Pedro,
después de recordar que un día desapareció el mundo destruido por las aguas del
diluvio, anuncia que otro día desaparecerán los cielos y la tierra por la
acción del fuego:” en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua y
en el agua sentada por la palabra de Dios. Por lo cual el mundo de entonces
pereció ha negado en el abono, mientras que los cielos y la tierra actuales
están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de
la perdición de los impíos” (2Pe 3,5-7).
No es extraño que
escritores de la solvencia científica del Padre Vaccari opinen que el sentido de las convulsiones
física que podrán final mundo no puede ser abandonado sea muy poderosas
razones.
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