miércoles, 16 de octubre de 2024

 Un recientemente artículo publicado en la revista Cell presenta el caso de una mujer con diabetes tipo 1 que tras recibir un trasplante de células troncales pluripotentes inducidas (iPS) reprogramadas  ha conseguido producir su propia insulina.

La operación, realizada en junio de 2023, consistió en inyectarle en los músculos abdominales 1,5 millones de islotes pancreáticos derivados de sus propias células troncales procedentes de tejidos adultos. Es la primera vez que una persona diabética recibe un tratamiento con sus propias células troncales adultas reprogramadas.

La mujer, de 25 años, empezó a sintetizar su propia insulina en la cantidad suficiente para no tener que recibir dosis adicionales a los dos meses y medio del trasplante, y dejó de experimentar picos y caídas en los niveles de glucosa en sangre.

En la diabetes tipo 1, la que padece la paciente referida, el sistema inmunitario ataca a las células de los islotes del páncreas. En cambio, en la diabetes tipo 2 se da una producción insuficiente de insulina o una insuficiente capacidad para utilizarla.

La utilización de las células adultas del paciente en esta terapia que recoge la actual publicación, requiere su tratamiento previo para su desdiferenciación de modo que se comporten como células pluripotenciales inducidas, conocidas como iPS por sus siglas en inglés de “induced pluripotent stem cells”.

Para lograrlo se ha utilizado una versión modificada del procedimiento creado por el premio Nobel Shinya Yamanaka introduciendo, en lugar de proteínas que desencadenan la expresión génica, pequeñas moléculas en las células que ejercen un control mayor sobre el proceso de desdiferenciación genética, confiriéndoles la capacidad de transformarse posteriormente en la estirpe celular requerida, en nuestro caso, células pancreáticas.

Normalmente los trasplantes de islotes pancreáticos se realizan en el hígado, donde no se pueden visualizar posteriormente. Pero esta vez, al inyectarlos en el abdomen, los investigadores han podido monitorear las células iPS transferidas mediante resonancia magnética.

La mujer estaba tomando inmunosupresores por un trasplante de hígado previo al estudio, por lo que no se ha podido determinar si el uso de células iPS de la propia paciente redujo el riesgo de rechazo del injerto, aunque el uso de células autólogas, como en este caso, evita la respuesta de rechazo inmunológico generalmente, siendo ésta una de las ventajas frente al trasplante de células o tejidos obtenidas de donantes (alogénicas).

En la actualidad se están realizando varios ensayos clínicos en pacientes con diabetes tanto de tipo 1 como de tipo 2 que están recibiendo trasplantes a partir de células pluripotentes y los resultados preliminares están siendo positivos.

Una terapia génica mejora la visión de 15 personas ciegas

Paralelamente, un artículo publicado en la revista Lancet muestra los resultados de un ensayo clínico desarrollado con pacientes que padecían amaurosis congénita de Leber, una forma de ceguera de origen genético causada por mutaciones bialélicas del gen GUCY2D.

El estudio es el primero que se realiza con pacientes humanos en fase 1/2 con una terapia génica para tratar esta enfermedad.

La amaurosis congénita de Leber es una enfermedad hereditaria de la retina, poco frecuente, caracterizada por la degeneración de sus fotorreceptores, que generalmente causa ceguera desde la infancia y que no tiene tratamiento actualmente.

Todos los pacientes recibieron inyecciones subretinianas unilaterales de ATSN-101, que es un vector del serotipo 5 del virus adenoasociado recombinante (AAV5) que contiene el ADNc GUCY2D humano bajo el control transcripcional del promotor de la rodopsina quinasa humana (hGRK1).

A pesar de que se describieron efectos adversos del tratamiento, en algunos casos muy severos, los pacientes mejoraron su visión.

Valoración bioética

La evolución de las técnicas de edición genética, constituye una excelente noticia en las posibilidades de tratamiento de patologías para las que, hasta ahora, no existen alternativas de curación  como en los casos referidos. Estas se están aplicando tanto a la corrección de defectos genéticos como a la reprogramación celular con la intención de obtener células pluripotentes a partir de células adultas del propio paciente que se utilizan en medicina regenerativa con cada vez más posibilidades de éxito.

La cada vez más frecuente utilización de células adultas de los pacientes frente a las células procedentes de tejidos embrionarios, que implican la destrucción de embriones humanos, constituye no solo un avance técnico en términos de eficacia, sino un gran avance ético que prescinde de la utilización de embriones sobrantes de las técnicas de reproducción asistida.

Fue el Nobel Yamanaka, descubridor de las células iPS, el que motivó su investigación en la necesidad de dejar de utilizar embriones humanos en la experimentación. Para ello, creó las células pluripotentes, que hasta entonces se venían obteniendo de estos embriones, a partir de células adultas en las que introdujeron genes reprogramadores que las desdiferenciaban, confiriéndoles la capacidad de evolucionar hacia una multitud de tejidos con fines reparadores.

En este, como en otros muchos casos, la solución aceptable éticamente es, además, la más eficaz clínicamente, induciendo a muchos investigadores a abandonar sus experimentos con células de origen embrionario para pasar a utilizar células de tejidos adultos pluripotentes o de pluripotencialidad inducida (iPS).

Aunque las limitaciones de estas células son aún importantes, pues su modificación genética produce efectos “off target” o no buscados que complican su posterior evolución, las posibilidades de estas terapias son enormes y en desarrollo exponencial, lo que constituye una esperanza para la curación de muchas enfermedades hasta ahora incurables.


Observatorio de Bioética-Instituto Ciencias de la Vida-Universidad Católica de Valencia

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