se ha ocupado de analizar los aspectos biomédicos de la eutanasia. Tudela ha remarcado que “quienes legislan a favor de la eutanasia hoy siguen defendiendo la licitud de terminar con las vidas llamadas indignas. Dentro de este concepto se incluyen a personas que se encuentran o no en procesos de enfermedad terminal, acompañada de sufrimiento no sólo físico sino también mental, ignorando la medicina paliativa y el acompañamiento al paciente en el respeto a su dignidad”.
“El avance de la ciencia médica en el abordaje de los llamados síntomas refractarios o de difícil control proporciona instrumentos para el tratamiento de los pacientes que sufren, respetando su vida y aliviando sus sufrimientos. La medicina paliativa funciona”, ha aseverado.
Por el contrario, “la vieja e indigna opción de terminar con las personas que sufren o simplemente afectadas de alguna discapacidad, parece ganar terreno en una sociedad posmoderna, incapaz de abordar la vulnerabilidad humana desde el respeto a la dignidad.
“Esta tendencia crea, además una pendiente resbaladiza donde los criterios para terminar con la vida de las personas van siendo cada vez más laxos, devaluando la vida humana y retrocediendo a los tiempos que creíamos superados, en los que un esclavo o un discapacitado eran despojados de valor y eliminados sin remordimiento alguno”, ha subrayado Tudela.
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