
Todos sabemos las lamentables noticias de estos días sobre lo que está pasando en Irak: el gravísimo atentado en la catedral siro-católica de Bagdad. Sabemos que el Santo Padre, además de asegurar su oración por las víctimas y su cercanía “a la comunidad cristiana, que ha vuelto a ser golpeada”, y que “ante los crueles episodios que siguen destrozando a las poblaciones de Oriente Medio, quisiera renovar mi apremiante llamamiento a la paz: es don de Dios, pero es también el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales”... Pues bien, el obispo de San Marino-Montefeltro, al final de una Misa se dirigió a los fieles y denunció el objetivo que se persigue con ésta y otras acciones es destruir el cristianismo en Tierra Santa, en Oriente Medio y, luego, en todos los países de antigua tradición cristiana. Ofrecemos la traducción del mensaje de Mons. Negri:
Sin vacilación ni incertidumbre alguna -haciendo uso de la autoridad que me viene como Obispo de la Iglesia particular pero que vive el sentimiento profundo de la Iglesia universal- quiero inscribir en la multitud de los santos a estos 37 hermanos nuestros -entre ellos dos sacerdotes- que han sido violentamente asesinados dentro de una iglesia católica en Irak por un acto de terrorismo, cuyo balance provisorio, sin embargo -según una primera estimación- asciende a 50 el número total de las víctimas y a más de 80 el de los heridos... Se ve claro cada día que pasa -a pesar de irenismos y moderaciones- que el terrorismo internacional tiene un objetivo explícito: la conquista islámica del mundo y que -dentro de este objetivo que ciertamente es a muy largo plazo- un objetivo más inmediato es el de la destrucción del cristianismo en Tierra Santa, en Oriente Medio y -luego, más o menos- en todos los países incluídos los de antigua tradición cristiana.
Son mártires -lo pensamos así- que han ofrecido su vida casi sin quererlo,buscarselo o saberslo; sin decidirlo. Son una suerte de nuevos santos inocentes que estaban allí, en la iglesia para orar y que no volvieron a su casa. Espero que la Santa Iglesia Católica no tenga tergiversaciones o incertidumbres sino el coraje de señalarlo como un evento absolutamente extraordinario de martirio recibido de parte de aquellos que -lo repito- tienen, en lo hondo de su corazón, la intención de eliminar la vida cristiana, la presencia de Cristo en la Iglesia y en el mundo...
Y no porque haya sucedido en Irak podemos estar tranquilos (y dice más adelante)No penséis que no puede suceder también aquí... En el curso -tal vez de una generación o incluso meno- puede suceder que los cristianos de Montefeltro que van a la iglesia para orar no vuelven más a su casa. Y digo esto no para alimentar alarmismos sino para que tomemos conciencia del grado al que ha llegado este enfrentamiento epocal entre Cristo -entre el cristianismo- y aquellos que quieren destruirlo. Tengamos conciencia y pidamos al Señor nos de fuerzas /... don Abbondio dijo a su Cardenal “la valentía uno no se la puede dar”, y el Cardenal le respondió “uno no se la puede dar pero la puede pedir”/ Comencemos a pedir al Señor Dios, por intercesión de la Virgen de las Gracias, el don de una valentía que nos haga ser testigos límpidos de la fe en Cristo frente a este mundo que en todas partes está lejos de El; que incluso cuando parece cercano, sustancialmente está lejos del Señor. Que nos conceda esta fuerza y que nos reduzca -si es posible las fatigas- pero, sobre todo, que nos haga arraigar en su presencia llena de alegría y de sacrificio.
Pennabilli, 1 de noviembre de 2010 + Luigi Negri, Obispo de San Marino-Montefeltro
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